El nuevo tablero político

Vox: ¿pacto de gobierno o aislamiento?

Resulta difícil manejar políticamente al partido de Santiago Abascal porque la ultraderecha es inmanejable

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Xavier Casals

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¿Qué opción puede erosionar más el potencial crecimiento de Vox: pactar un gobierno con ella o aislarla el resto de partidos mediante un 'cordón sanitario'? Esta disyuntiva que se plantea en Andalucía no tiene respuesta clara porque hoy la formación ultraderechista, sea cual sea la opción tomada, se beneficia de las dinámicas políticas que imperan en esta comunidad.

De este modo, si se decide excluir a Vox con un 'cordón sanitario' que la margine de la política institucional, esta formación no perderá nada quedándose en la oposición. El cerco posiblemente dará alas a su discurso que afirma que sus rivales conforman una oligarquía de partidos solo preocupada por medrar. A la vez, si el PP y Cs logran hacerse con la Junta con la abstención del PSOE, Vox denunciará que no hay un cambio real. Y si ambas fuerzas finalmente no cambian el Gobierno andaluz tras comprometerse a ello durante la campaña, Vox clamará contra la traición de lo que llama la “veleta naranja” (Cs) y la “derechita cobarde” (PP).

Influencia con un discurso beligerante

En el caso de pactar Cs y PP con Vox, este partido será decisivo en el Parlamento para mantener la mayoría de derecha y, pese a ser minoritario, podrá condicionar la política del Gobierno. Además, con tal acuerdo parece poco probable que Cs y PP puedan desactivar a Vox, pensando que esta formación atemperará su discurso al ser copartícipe del Ejecutivo. Este protagonismo más bien estimulará su afán de ejercer influencia política recurriendo a un discurso beligerante.

En cambio, Cs y PP pueden salir perdiendo por dos motivos. Por una parte, porque gran parte de los sufragios de Vox proceden del PP y en menor grado de Cs. Así las cosas, un acuerdo entre las tres fuerzas puede facilitar esta fuga de votos si se crea la percepción en los votantes de que no existen fronteras ideológicas claras entre ellas. Y para Cs puede tener un gran coste si su vínculo con Vox la estigmatiza como derechista y pierde capacidad de establecer futuros pactos con el PSOE. No sorprende, pues, el rechazo a tal acuerdo de Manuel Valls y del líder de los liberales europeos, Guy Verhofstadt, ya que conocen los estragos políticos que causa la ultraderecha.

Por otra parte, Vox es constitucionalista en la medida que actúa en el marco de la Carta Magna, pero pretende cambiarla de modo cualitativo: sin ir más lejos, desea liquidar el Tribunal Constitucional y las autonomías, y ni siquiera la Corona tiene continuidad garantizada. El dirigente de Vox, Santiago Abascal, afirma en 'Hay un camino a la derecha' (2015) que apoya a la Monarquía al favorecer la unidad de España, pero con reservas: “Yo soy español. Ni monárquico ni republicano. […] España, su soberanía y su unidad están por encima de la monarquía, de la república, de la Constitución y de la democracia”. Más diáfano no puede ser. Por esta vía, el PP y Cs pueden crear equívocos sobre su constitucionalismo al alinearse con un partido que pretende dar a la Carta Magna un planchado que la hará irreconocible. En este sentido, si ambas fuerzas accedieran a desmantelar Canal Sur o a devolver competencias autonómicas, como sugiere Abascal, el Estado de las autonomías que consagra la Constitución iría camino de ser un Estado a secas. No parece que ello vaya a beneficiar al PP y a Cs, que pueden parecer claudicantes ante Vox.

Pescar en las aguas de la protesta

Por último, los resultados de los comicios andaluces revelan un escenario propenso a la insurgencia política del que Vox es su manifestación más clara. En estas elecciones solo el 47,6% del censo electoral ha optado por los cuatro grandes partidos (PSOE, PP, Cs y AA). Ello implica una significativa crisis de representatividad, visible en diversos aspectos: una alta abstención (41,3%), el ascenso súbito de Vox (10,9%), un aumento del voto blanco y nulo (3,7%) y también del apoyo al PACMA, que duplica sus sufragios de 2015 (del 0,8% pasa al 1,9% del voto). Esta formidable insatisfacción parece ofrecer un rico caladero a quienes, como Vox, pescan en las aguas de la protesta.

En síntesis, no hay solución fácil al nudo gordiano andaluz, ya que no se resuelve incorporando Vox a un pacto de gobierno ni tampoco aislándolo. Una copla famosa expresa bien esta situación: “Ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio; / contigo, porque me matas / y sin ti, porque me muero”. Y es que resulta difícil manejar políticamente a Vox porque la ultraderecha es inmanejable. Más bien esta maneja a sus compañeros de viaje (basta mirar a Italia). Quienes estén valorando pactar con Vox deberían tomar buena nota de ello.