Catalunya-España
El viernes que se avecina
La única grieta que se vislumbra en el callejón sin salida catalán es sentarse a la mesa con Sánchez. Fuera de ahí, aúlla el fantasma de Vox y resuena el zapatazo del 155
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Olga Merino
Estas Navidades me pillan a trasmano, sin un duro y con una tremenda sensación de día de la marmota. ¿Otra vez las 'neules' y el amigo invisible? Para acabar de perfilar cierto espíritu de Mister Scrooge, el personaje cenizo de Dickens, resulta que el próximo viernes, día de preparativos, compras y demás intendencias, se prevé un follón de órdago por la celebración de un Consejo de Ministros con visos de convertirse en la final entre el River Plate y el Boca Juniors. Calles cortadas, el zumbido del dichoso helicóptero, 9.000 policías en danza9.000 policías en danza, las movidas que vayan a montar los CDRCDR y, encima, la protesta de los taxis. La ciudad patas arriba. Barcelona, archivo de la cortesía según Don Quijote, convertida en un tapón descomunal. Una jornada para atrincherarse en casa. Qué fatiga.
Sin embargo, daría por buena la zapatiesta que se avecina si Pedro Sánchez y Quim Torra llegaran a reunirse Pedro SánchezQuim Torra, aunque desconfío de los dos. Del primero, porque necesita aprobar los Presupuestos para mantenerse sobre el alambre y del segundo… Al segundo francamente me cuesta mucho esfuerzo comprenderlo. Apelar a la vía eslovena, la llamada a tirar hacia adelante "con todas las consecuencias", denota un profundo desconocimiento de lo sucedido en los Balcanesdesconocimiento de lo sucedido en los Balcanes y el reguero de sangre que dejaron tras de sí las hipertrofias nacionalistas. Ni España es el avispero explosivo en que se convirtió Yugoslavia tras la muerte del mariscal Tito, ni el independentismo catalán se acerca al 88,5% de los eslovenos que decidieron unilateralmente convertirse en un país separado en 1991. Lo demás son pamplinas o ganas de abrevar a la bestia con gasolina.
Ahora toca ibuprofeno y apaciguamiento. Nos guste más o menos, hoy por hoy no se vislumbra otra grieta en el callejón sin salida que sentarse a la mesa con Sánchez. Fuera de ahí, aúlla el fantasma de Vox y resuena el zapatazo del 155155. ¿Otra vez? Mientras tanto, el mundo real sigue su rumbo cabreado. Maestros, médicos, bomberos a punto del colapso. Y gente que sobrevive como puede con infrasueldos.
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