Cómo reformar el Mundial de clubs

Sería conveniente modificar el torneo en la dirección opuesta a lo que propone la FIFA

Los jugadores del Al Ain celebran el triunfo sobre el Wellington, en la primera ronda del Mundial de clubs 2018.

Los jugadores del Al Ain celebran el triunfo sobre el Wellington, en la primera ronda del Mundial de clubs 2018. / periodico

Axel Torres

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Llega el primer fin de semana del Mundial de clubs, el torneo que debería servir para presentar una idea menos eurocéntrica del fútbol internacional, y sin embargo despierta de nuevo un interés escaso en nuestro continente: generalmente, los hinchas de los equipos que no lo disputan lo desprecian; los aficionados del que sí opta a levantar el trofeo verán sus partidos, pero con menor neviosismo e ilusión que la que sienten en una eliminatoria de octavos de final de la Champions.

La intención de la idea original de la FIFA de ampliar el torneo fue buena, por mucho que algunos tradicionalistas la hayan criticado y reclamen el retorno de la Copa Intercontinental de toda la vida. Cuando uno es consciente de que está excluyendo a todos los equipos que no pertenecen a dos continentes concretos y de que les niega la posibilidad de optar al trono mundial solo por no haber nacido en Europa o en Sudamérica está apoyando una injusticia y una discriminación, con todo lo que ello supone. No puede haber vuelta atrás en este sentido y sería una monstruosidad que la hubiera.

Se están produciendo en los últimos tiempos discusiones sobre una reformulación del certamen, porque en la FIFA preocupa su poco seguimiento en Europa. No así en Sudamérica, donde cualquier noticia sobre la final de la Copa Libertadores siempre lleva un añadido al que se da casi más importancia que al propio título: el ganador podrá representar a su continente ante los ricos europeos que se llevan a sus jugadores.

Defectos actuales

Infantino ha presentado propuestas apadrinadas por inversores misteriosos que pretendían convertir el Mundial de clubs en un torneo con muchos más participantes e incluso se sugirió la posibilidad de que se disputara anualmente, con el consiguiente enfado y oposición frontal de la UEFA, que vería esa idea como una amenaza y una competencia para la Champions. Por fortuna, se han paralizado esas conversaciones después de no encontrar el respaldo suficiente en el mundo del fútbol.

Y escribo "por fortuna" porque creo que, de nuevo, con el pretexto del espectáculo amenazan con convertir el equilibrio y la justicia en una utopía cada vez más inalcanzable. Lo que beneficiaría al Mundial de clubs no sería llenarlo de equipos europeos famosos y dejar unas pocas plazas marginales para el resto de confederaciones. Porque entonces el nuevo pastel se repartiría de manera desigual, y el certamen se transformaría en una herramienta que ampliaría las distancias entre continentes; justo lo contrario de lo que debería ser. 

Lo que ayudaría a ampliar el conocimiento del fútbol de otros rincones del mundo en Europa sería corregir algunos defectos del formato actual. Sin ir más lejos: cuando el Madrid debute el miércoles, más de la mitad de los participantes de esta edición ya estarán eliminados (cuatro de siete). O sea: el hincha blanco puede ver los dos partidos de su equipo sin ni siquiera enterarse de qué otros clubs han formado parte del cuadro final. ¿Por qué no diseñar un sistema en el que no se den tantas ventajas a los europeos y sudamericanos, que entran directamente en semifinales, mientras que los demás tienen que superar una o dos rondas más?