La dinámica de "los cojones"

El cambio en el banquillo del Madrid, efectivamente, ha cambiado la dinámica; habrá que ver en qué sentido

Isco.

Isco. / periodico

Mónica Marchante

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Hace ya mes y medio que Lopetegui fue despedido del Real Madrid. La intensidad de todo lo que sucede en torno al club blanco hace que esas seis semanas parezcan seis meses. Pero no. Solari ha dirigido al equipo en 5 partidos de liga, 3 de Champions  y 2 de Copa del Rey.

El balance del argentino es de 4 victorias en Liga, 2 en Champions y 2 en Copa, contra el Melilla. Entre medias ha recibido dos contundentes zarpazos , el primero en Eibar, donde cayó 3-0 y el segundo con idéntico resultado, pero en casa y frente al colista del grupo en Champions, el CSKA. Los rusos le han ganado sus dos partidos a los blancos. Y aun así no se han clasificado.

Decía el comunicado del club al despedir a Lopetegui que la destitución tenía como fin "cambiar la dinámica en la que se encuentra el primer equipo", y hacía sangre añadiendo que "la junta directiva entiende que existe una gran desproporción entre la calidad de la plantilla del Real Madrid, que cuenta con 8 jugadores nominados al próximo Balón de Oro (...) y los resultados obtenidos hasta la fecha".

Efectivamente, el cambio en el banquillo cambió la dinámica. Empezaron a llegar los resultados, aunque con un calendario muy favorable. Con Solari llegaron otras decisiones bien vistas en la zona noble, como dar minutos a  Vinicius (que no le había dado Lopetegui) y sacar a Keylor de la portería en Champions, hasta el punto de no hacerle jugar ni siquiera ante el CSKA este miércoles cuando ya no había nada en juego. También llegó otra dinámica -esta más sorprendente por desconocida en él- cuando Solari apeló a la testiculina en su primera comparecencia ante los medios en sala de prensa: "La idea es ir a Melilla con dos cojones".

Con Isco todos salen perdiendo

¿Será cuestión de cojones lo de Solari e Isco? El conflicto entre técnico y jugador se ha enquistado y se propaga como un tumor dentro del club. Lo evidencia la pitada que recibió el jugador frente al CSKA en el Bernabéu. Eso sí, tras un gesto de desprecio a la grada por parte del malagueño.

¿Y ahora qué? Como dijo Butragueño al acabar el festín ruso, "pitar a un jugador nos debilita". Tan real como que Isco midió mal su pulso al técnico poniéndose a sí mismo y al club en una encrucijada difícil de resolver. Entrenador, jugador y club tienen que solucionar este entuerto del que todos salen perjudicados. El jugador, porque no juega y cuando lo hace resulta intrascendente. Se habla más de sus hazañas en redes o de sus presuntos desafíos y malos hábitos que del gran fútbol que le hizo ser piedra angular hace no tanto de la selección de Lopetegui. El club porque no se puede permitir el lujo de perder el talento de quien lo tiene, y más cuando no abunda como antes. Y el entrenador, porque cargarse a un jugador como Isco no es algo como para poner en el currículo.

Le faltaba Cristiano a la semana. Habló en la 'Gazzetta' de... humildad. Dijo que allí en Turín, si Dybala Mandzukic no marcan, se les ve felices igual, sonríen. Manda cojones... que diría Solari. Cristiano hablando de humildad. Lo que faltaba. Espejito espejito...