Análisis

El coste de no pagar peajes

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Benjamí Anglès Juanpere

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Algunos conductores están de enhorabuena. Desde el pasado 1 de diciembre se han eliminado los peajes de la AP-1, entre Burgos y Armiñón. Y, a partir del 1 de enero del 2020, serán gratuitas la AP-4, entre Sevilla y Cádiz, y la AP-7 entre Alicante y Tarragona. No se trata de medidas electorales, simplemente finalizan los contratos de concesión suscritos en su día para financiar con dinero privado la construcción de estas vías rápidas a cambio del cobro de peajes por su uso.

Aunque se suele distinguir entre las vías que son de pago y las que no, lo cierto es que ninguna es totalmente gratuita, ya que, o bien son los usuarios quienes sufragan directamente el coste de la infraestructura, como sería en el caso de las autopistas de peaje, o bien son todos los ciudadanos quienes costean la construcción y mantenimiento de la red viaria con sus impuestos, tengan o no vehículo.

Por consiguiente, parece irrenunciable establecer algún sistema de copago que permita mantener las vías rápidas o de alta capacidad por parte de aquellos que las utilicen, incluidos los conductores de otros países, sin tener que utilizar íntegramente recursos públicos que podrían destinarse a financiar otros servicios generales como la sanidad, la enseñanza o la justicia.

Existen varias posibilidades para afrontar este copago, más allá de la utilizada hasta ahora que ha consistido en alargar una y otra vez las concesiones a cambio de que las concesionarias se hiciesen cargo del mantenimiento de las vías, convirtiendo el pago de los peajes en una solución permanente cuando en su origen era temporal.

Entre los dos sistemas que se barajan, el primero se basa en las distancias efectivamente recorridas por los usuarios de las vías, el cual precisa de la instalación a lo largo de las mismas de sistemas de control y seguimiento capaces de determinar los kilómetros recorridos por cada uno de ellos, facturando las tarifas correspondientes mediante algún dispositivo electrónico instalado en los respectivos vehículos.  

El otro sistema se conoce como el de la viñeta, vigente en algunos países del centro de Europa, y que consiste en el pago por parte de los conductores de una única cuota que les permite viajar "ilimitadamente" durante un tiempo. Con este pago se obtiene una pegatina o viñeta que debe colocarse en el parabrisas, siendo el coste en los países que ya funciona de entre 50 y 100 euros anuales para los turismos. No obstante, y siguiendo directrices europeas, dicha cuota debe modularse en función del tipo de vehículo (turismo, camión…), así como por el tiempo de uso de las vías, ya sea estableciendo varias franjas horarias durante el día o diferentes periodos temporales (cuotas por días, fines de semana, meses…).

Sea como sea, se tienen que empezar a tomar decisiones ya porque, de lo contrario, al final acabaremos pagando las autopistas entre todos, bueno, entre todos los que pagamos impuestos aquí claro.