Desigualdades sociales en BCN

El lujo de poder sonreír

Tener problemas bucodentales no es solo un problema de salud, es un síntoma de muchas otras cosas, la más preocupante, la pobreza

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Eva Arderius

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Cuando vi la noticia de que el Ayuntamiento de Barcelona pondrá en marcha un servicio municipal de dentistas gratuitos me vinieron a la cabeza aquellas personas que acaban escondiendo o disimulando su sonrisa para no mostrar sus dientes. Tener problemas bucodentales no es solo un problema de salud, ni un problema menor, es un síntoma de muchas otras cosas. La más preocupante, la pobreza. La última encuesta de salud de la ciudad dice que el 60% de los barceloneses no han ido al dentista en el último año y el 28% son personas con pocos recursos económicos.

No hace falta ser muy pobre para no poder pagar según qué tratamientos. Sin serlo, el dentista se ha convertido en un lujo. La cobertura de la sanidad pública es mínima y sorprendentemente no hay ningún debate sobre la necesidad de ampliarla. El ejemplo más evidente de las carencias de esta especialidad médica es que en la pública te extraen los dientes enfermos pero no te los reemplazan. Esto lo tienes que pagar tú, y no es barato.

La necesidad es tan grande que el Ayuntamiento ha decidido ponerle solución. No es la primera ciudad que lo hace y quizá la iniciativa llega con el mandato demasiado avanzado y con las elecciones demasiado cerca, pero una vez más, el consistorio se ve con la obligación de hacer lo que no hacen las otras administraciones.

Un servicio con buena intención

El servicio de dentista gratuito tiene muy buena intención pero será un parche. Las entidades sociales que hace tiempo que cubren estas necesidades como la Cruz Roja, la Fundación Sant Pere Claver o los dentistas solidarios de 1001 Dents están colapsados. No dan abasto y auguran largas listas de espera para el nuevo servicio municipal. Lo dicen con conocimiento de causa. Algunos de ellos hacían tratamientos altruistas en países lejanos hasta que se dieron cuenta de que aquí también había mucho trabajo por hacer.

Dicen que cuando se es pobre se come peor, se hace menos prevención y se va menos al dentista, por eso las personas con pocos recursos son las que tendrán una peor salud bucodental y las que tendrán menos posibilidades de ponerle remedio. Y estas personas con problemas para masticar, dolor y una baja autoestima porque no se gustan cuando se miran en el espejo, lo afrontarán solos. Lamentándose de su mala salud dental y ni se plantearán que quizá no es un problema personal por no poder costearse el dentista sino que forman parte de un problema social que se tendría que afrontar como tal. Como una consecuencia más de la pobreza cronificada y como una muestra que nuestra economía quizá no va tan bien como parece.

La crisis nos ha dejado algunas lecciones pero también algunas ideas preestablecidas que algún día habrá que combatir. Hemos normalizado que haya gente que no puede ir al dentista cuando lo necesita como también hemos normalizado que haya 12 desahucios en una sola mañana en Ciutat Vella. Hemos dejado gente instalada en una crisis permanente. Los que pueden pagar un piso y los que no. Los que tienen motivos y pueden lucir una sonrisa de anuncio y los que no. La ciudad de las dos velocidades, le llaman.