Opinión | Editorial
Rebajar la tensión
Esgrimir el 155 como si fuera un mecanismo ordinario es una irresponsabilidad en un momento tan crítico
Lo que en un inicio se pretendía que fuera un acto simbólico de normalidad institucional (la celebración de un Consejo de Ministros en Barcelona) se ha convertido en una fecha roja en el calendario, en una cita en la que convergen las diferentes pugnas y luchas que asolan la política catalana y española. Una cita que ha elegido el peor de los campos de batalla, el de la seguridad, con los Mossos d’Esquadra en la picota y la amenaza del desembarco de agentes de polícia del resto de España cuando el traumático recuerdo del «a por ellos» y del barco del Piolín aún está muy fresco.
Tras varios días de escalada verbal, la portavoz del Govern, Elsa Artadi, trató ayer de rebajar la tensión y reiteró lo que debería ser una obviedad: que los Mossos garantizarán la seguridad del Consejo de Ministros del 21 de diciembre, tres días después del inicio de la vista previa del juicio del 'procés' en el Tribunal Supremojuicio del 'procés'en el Tribunal Supremo. La capacidad profesional de la policía autonómica está fuera de toda duda. Los recelos recaen sobre sus responsables políticos, lo cual no debería extrañar después de la ceremonia de la confusión que han protagonizado Quim Torra y el 'conseller' Miquel BuchQuim TorraMiquel Buch los últimos días. Dentro de la confusión y división que azota el sector independentista, el Govern apuesta por una estrategia de elevar la tensión en las calles.
Los CDR llenan la red de planes incendiarios, lo cual da combustible en Madrid a otra irresponsabilidad: la oposición descarnada de PP y Ciudadanos, para los cuales el artículo 155 de la Constitución parece que ya no es un mecanismo excepcional, sino una palanca que puede servir tanto para despojar de la competencia en seguridad a la Generalitat como para destituir a Torra. Ambas decisiones, en el contexto actual, con la huelga de hambre de algunos de los políticos presos y a pocos días del inicio del juicio, serían de suma gravedad, de ahí que sea tan irresponsable esgrimirlas con la alegría con que lo hace la derecha. Es de temer que, este miércoles en el Congreso, Albert Rivera y Pablo Casado prosigan con esa competición de intransigencia que no hace más que echar más leña al fuego.
No es, ciertamente, más irresponsabilidad lo que requieren los tiempos, ni en Madrid ni en Barcelona, y sí lealtad, un mínimo de respeto institucional y serenidad. Sobran incendiarios en todas partes y faltan políticos que alejen a Catalunya del abismo, no que aceleren hacia él.
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