El tablero catalán
Una espiral de autodestrucción
Ni los motivos aducidos para la huelga de hambre son suficientes para una medida tan drástica ni el momento es el óptimo
¿Hasta dónde están dispuestos a llegar por un puñado de votos? La Convergència de piel mutante no muestra sus siglas, pero sigue ahí, con otros nombres y otros rostros, pero tratando de mantenerse en el cuadro de mandos. No, en realidad se trata de algo más grande, más elevado, tratando de ‘ser’ Catalunya, su conciencia, su guía. Esa alma que le llevó a exclamarse cuando el tripartito les “robó” la Generalitat. La misma que viró hacia la ‘estelada’ para que los recortes y la corrupción no les pasara factura. La misma que absorbió los postulados del independentismo para convertirlo en algo parecido, pero no en lo mismo: un mejunje adobado por una liviana e irresponsable propaganda.
Esa suerte de corporación ideológica (y de negocios) demonizó el socialismo cuando era su adversario. Y, desde que se inició el ‘procés’, se ha dedicado a hacer el abrazo del oso a ERC, aliado forzoso, temido contendiente en las urnas. El ‘pressing’ por la lista conjunta dio sus frutos, pero Junts pel Sí no les libró de la desesperada pugna interna. A ella cabe achacar los despropósitos que condujeron a la declaración de independencia más triste de la historia. Pero ni siquiera sus funestas consecuencias han suavizado la disputa. La huelga de hambre de Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn no se entiende sin situarla en el marco de esa batalla. Ni los motivos aducidos son suficientes para una medida tan drástica (¿qué harán si hay condena?) ni el momento es el óptimo, a solo un mes y medio del inicio del juicio. De nuevo, el 'pressing' a ERC por la lista conjunta, solo que, esta vez, se han traspasado todas las líneas rojas, también las de la mínima protección. “No vamos a inmolarnos”, asegura Sànchez, pero ¿sabrán frenar a tiempo? No lo hicieron cuando la DUI. El temor a ser considerados traidores se puso por delante de los intereses de Catalunya. Una huelga de hambre es algo muy serio, pero hay cierta liviandad en el ambiente. Demasiada para haber entrado en una espiral que tiene mucho de autodestrucción.
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