Al contado

Los salarios tienen que ganar peso

Las retribuciones del trabajo deben aumentar para alejarnos de ser una economía 'low cost'

Oficinas 8Trabajadores de Desigual en su sede de Barcelona.

Oficinas 8Trabajadores de Desigual en su sede de Barcelona.

Agustí Sala

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No seguramante los de la mayoría de los directivos del Ibex, pero sí los de quienes están muy por debajo en retribuciones. Los salarios, tras años de dura dieta bajo el Gobierno de Mariano Rajoy en forma de devaluación salarial, tienen que ganar peso. Cualquier médico lo reconoce: adelgazar es bueno, pero con límites.

Los salarios se han desplomado en los últimos años hasta situarse en el 2017 en el mismo nivel que 30 años atrás. La propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que los sueldos experimentaron el año pasado en España un descenso del 1,8%. En cambio, la productividad ha crecido muy por encima, lo que significa que existe margen suficiente para subir las retribuciones de los asalariados.

El año pasado, la proporción que los salarios significaron con respecto al producto interior bruto (PIB) descendió hasta el 47,29%, mientras que los beneficios empresariales y las rentas del capital no han dejado de ganar terreno en los últimos tiempos.

Desde 1989, las remuneraciones recibidas por los trabajadores no alcanzaban un nivel tan bajo o, dicho de otra forma, no obtenían una porción tan pequeña de la tarta económica. En contrapartida, los beneficios obtenidos por las compañías, así como los rendimientos del capital llegaron a niveles récord.

Se ha llegado al límite en la dieta y hay que ganar peso. La evolución en lo que va de año, de hecho, ha marcado  tendencia moderada al alza. Hasta octubre pasado, el incremento medio pactado en convenio se ha situado en el 1,69%. La media el año pasado fue del 1,46%.

Pero el coste de la vida sigue subiendo por encima. En noviembre, el índice de precios de consumo (IPC) alcanzó una tasa anual del 1,7%, tras seis meses consecutivos de situarse por encima del 2%. En resumen, las retribuciones medias de los trabajadores aumentan aún menos que los recibos de la luz, el agua o el gas

La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de aumentar el salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 900 euros era una medida necesaria, una señal al sector privado, que ya firmó el verano pasado una retribución mínima de 1.000 euros mensuales brutos en 14 pagas, aunque dándose de plazo hasta el 2020.

A pesar de las críticas de los liberales más recalcitrantes, hay margen para que los salarios suban y se embolsen una parte de las ganancias de productividad obtenidas con la moderación de sueldos que ha afectado más a los de abajo que a los de arriba. Si no, los beneficios de la recuperación se quedan en unas pocas manos.

Ese es un mal camino para alejarse de ser una economía 'low cost' y para evitar que los salarios medios de los nuevos contratos, en general en precario, sean inferiores que las pensiones medias de los nuevos jubilados, como sucede desde el 2012, con la erosión que eso supone para las arcas de la Seguridad Social.