Las claves de la guerra comercial

¿Qué quiere Trump y qué quiere China?

El proteccionismo norteamericano va dirigido a tratar de evitar que el gigante asiático se convierta en la primera potencia mundial en un plazo breve

Xi Jinping y Donald Trump, en un encuentro en Pekín, el año pasado.

Xi Jinping y Donald Trump, en un encuentro en Pekín, el año pasado. / periodico

Antonio Argandoña

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En su reciente visita a España, el Presidente de China, Xi Jinping, hizo una calurosa defensa del libre comerciofrente al proteccionismo comercial de que hace gala el presidente norteamericano, Donald Trump. La prensa española, al menos una parte importante de ella, elogió la buena voluntad china, sobre todo ante la posibilidad de cerrar acuerdos comerciales de libre comercio con nuestro país.

La interpretación que muchos hacen de la guerra comercial iniciada por Trump es que se trata de un intento desesperado de frenar el déficit comercial exterior norteamericano y, en particular, el déficit con China, salvando de la decadencia económica a un porcentaje alto de ciudadanos americanos. Pretensión que no tiene mucho fundamento, de acuerdo con lo que dice la economía: todos salimos perdiendo con una política proteccionista y, sobre todo, los que teóricamente deberían beneficiarse de ella, como los trabajadores de las industrias castigadas por las importaciones chinas. Trump debe estar loco o, por lo menos, está mal aconsejado por los economistas de su equipo.

Evitar que China sea la primera potencia mundial

Pero me parece más probable que el proteccionismo norteamericano no vaya dirigido a defender directamente su industria automovilística o textil, sino a tratar de evitar que China se convierta en la primera potencia mundial en un plazo breve. Las tarifas impuestas a los productos chinos no van dirigidas tanto a los sectores de mano de obra barata, como a las industrias intensivas en tecnología, y van acompañadas de otras medidas, como la creación a obstáculos a la compra de empresas de tecnología avanzada por el capital chino.

¿Tendrán éxito? Lo dudo, porque China tiene una idea muy clara de lo que quiere, y el intento americano llega tarde. Hace unos años, China era el país de mano de obra barata por excelencia, y recibía a los inversores extranjeros con grandes facilidades. Hoy hay ya muchos países con costes salariales menores que los chinos. Sus inversiones se están diversificando y ya no producen artículos copiados de baja calidad; siguen copiando, pero compiten, cada vez más, en otros productos. Todavía no están en la cresta de la ola, pero la velocidad con que están formando a las nuevas generaciones sugiere que es solo cuestión de tiempo.

Esta misma estrategia se aprecia en la respuesta de China a la guerra comercial declarada por Estados Unidos. A las primeras tarifas americanas, respondió con nuevas tarifas chinas. Pero ahora está mejor enfocada. El primer impacto de la guerra comercial puede ser una recesión, por la caída de ventas al exterior; el gobierno chino se propone combatirla con una política monetaria expansiva y con medidas fiscales para frenar las pérdidas de los exportadores.

La pérdida del mercado norteamericano

El segundo impacto es la pérdida del mercado norteamericano; el gobierno chino trata de compensarlo con alianzas que le permitan crecer en otros mercados, sobre todo en Europa. En su visita a España, el presidente chino fue claro: "Queremos más relaciones con Europa, y España será la puerta de entrada", tanto para vender sus productos aquí, como para tener acceso a buenas tecnologías en Europa. Y esto nos lleva a la tercera pieza de la estrategia china: hay que acelerar el progreso tecnológico interno, comprando compañías fuera –y de esto ya tenemos unas cuantas experiencias en nuestro país.

Si lo que digo en los párrafos anteriores es verdad, no estamos ante una guerra comercial tradicional. Empezó siéndolo: te subo los aranceles de esto…, pues yo te subo los de aquello… Eso era pelea de patio de colegio. Lo que vemos ahora es más serio. Y lo que está detrás no es tanto una concepción, proteccionista o liberal, del comercio exterior, sino una cuestión de potencia económica y, por tanto, política y militar.

Sí, ya sé que a mis lectores les importa lo que pasa en China, pero no demasiado. Por eso, permítanme que saque algunas moralejas para nuestro país. ¿Tenemos un proyecto para nuestro futuro, como parece que tienen los chinos? ¿Hemos creado una estrategia capaz de llevarnos de nuestra situación actual a otra mejor en el futuro? Nuestros dirigentes están implicados en batallas cortoplacistas, mientras que el Gobierno chino no depende de unas elecciones periódicas. Pero yo me pregunto si no habrá líderes en nuestro país que sean capaces de decirnos por dónde hemos de ir. ¡Ah!, y cuando negociemos con China, no olvidemos que ellos sí tienen estrategia a largo plazo; nosotros, no; y nuestros socios europeos, por lo que se ve, tampoco, y la de Trump no parece atractiva. ¿Con quién jugaremos?