ANÁLISIS

Piqué y Busquets, mayores con reparos

El barcelonismo pide caras nuevas en un equipo en el que los veteranos siguen teniendo camino por delante

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zentauroepp46117598 fc barcelona s gerard pique celebrates after scoring during 181206203658 / AP / MANU FERNÁNDEZ

Antonio Bigatá

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Tendría tanto miedo a ser malinterpretado que no haría esta reflexión sobre Gerard Piqué si no hubiese sido el mejor del Barça esta misma semana contra el Villarreal. Además de marcar el gol que desembozó el encuentro, gobernó con bastante autoridad esa estrategia general defensiva del Barça que está acusando tanto la ausencia del siempre regular y ordenado Samuel Umtití. Poderoso, como siempre que está en plena forma física, y esforzado, pero Piqué está menos efectivo que en las temporadas anteriores.

Una tesis que me parece válida:  Piqué flojea quizá porque intentar suplir generosamente otras funciones que trastabillean dentro del juego del Barça; eso le cansa y le descoloca, y temo que contribuye demasiado a las confusiones en los cruces y marcajes que provocan casi cada partido un elevado número de ocasiones y tantos en contra. Otra idea complementaria: Piqué paga muchos relajos defensivos del centro del campo. Valverde no consigue que el apoyo hacia atrás de los hombres de las otras líneas sea constante y sistemático. No quiero dar ningún golpe bajo pero constato que los medios y delanteros del Manchester City defienden en bloque incomparablemente mejor que el Barça cuando los adversarios aprietan o contraatacan.

Otras explicaciones que circulan. Hay pesimistas que dicen que es una cuestión de la edad. Lo rechazo: aún le veo recorrido posible. Hay insatisfechos que sostienen que en estos momentos tiene demasiadas cosas en la cabeza -por su condición de empresario polifacético de éxito, muy activo y viajero en lo que sus incondicionales deben llamar su tiempo libre- cuando la titularidad del Barça exige dedicación exclusiva a jugar, descansar y prepararse para el partido siguiente. Tengo poco a decir y sonrío ante lo que Dembélé debió de pensar cuando precisamente Piqué le aconsejó que se centrase únicamente en el fútbol.

Además de exigente, el barcelonismo es caprichoso en sus amores, desamores, ilusiones y cansancios

Creo en Piqué. Aún tiene más camino por delante del que le atribuyen quienes tal vez estén cansados de tantas mismas caras en un Barça con jugadores impresionantes que tuvieron la suerte de ser de los mejores del mundo muy jóvenes y aún siguen. Y lo mismo pienso de Sergio Busquets. Tampoco está como en otros momentos. Ha perdido resolutividad como pestillo imperial de cierre cuando el equipo se repliega, pestillo de apertura cuando domina, y pestillo de seguridad ocasional en los ramalazos imprevistos de los adversarios. Todos los deportistas tienen momentos en mejor y peor forma, etapas con más o menos potencia física. Busquets tampoco es un niño pero posee la calidad y la inteligencia natural para el juego que define a quienes todavía tienen mucho por triunfar.

El barcelonismo, a veces, además de ser exigente es caprichoso en sus amores, desamores, ilusiones y cansancios. Valverde tiene un empleo difícil. Debe administrar al gran jugador que es Countinho pese a que frecuentemente sea poco excitante para la grada, al sí excitante pero todavía ni maduro ni regular Dembélé, a los veteranos todavía válidos que antes ejemplificaba en Piqué y Busquets, así como las ganas de que se sumen al conjunto más chicos de la cantera -los sueños que ha vuelto a generar esta semana Riqui Puig revelan la magnitud de ese deseo-, aderezado todo por la limitación de que en las alineaciones caben únicamente 11 jugadores.

El Txingurri va resolviendo el puzle como puede ayudado por la suerte de disponer de ese Joker de la baraja que se llama Messi, especialista en subsanar lo que a veces no saben resolver sus compañeros. Pero Messi también se acerca ya a la edad de los que antes podían entrar en el cine para ver las películas que los censores calificaban que eran para "mayores con reparos". En todo caso, vive una situación muy afilada. Viendo al City se llega a la conclusión de que en cada partido siempre hay uno o dos futbolistas, muchas veces diferentes, que se sitúan a un nivel 'superstar' y lo decantan todo. O Sané y Silva, o De Bruyne antes de su lesión, frecuentemente Sterling, en ocasiones el Kun o Bernardo además de Fernandinho...  Aquí , en cambio, en el Barça todos ayudan a buen nivel pero ese papel de dios decisivo lo tiene que hacer prácticamente siempre Messi. Es la ventaja de Guardiola sobre Valverde, aunque también sea la baza con la que Valverde puede quebrarle a Pep si acaban encontrándose los dos en un duelo sobre la hierba.