Al contrataque
El caso de los presupuestos
Creo que bastantes electores andaluces que nunca habían sido fascistas votaron a un partido que sí lo es para llamar la atención y ver si alguien les cuida mejor
Antonio Franco
Periodista
Antonio Franco
Los barceloneses dependemos de tres administraciones (la municipal, la autonómica y la estatal) prácticamente bloqueadas por la imposibilidad de aprobar sus respectivos presupuestos. Cada una de ellas está gobernada por políticos de ideologías diferentes ('comuns', independentistas y socialistas). Si se pusiesen de acuerdo, si pactasen aunque fuese solo puntualmente para esta cuestión, las tres administraciones aprobarían los presupuestos y cada una de ellas podría efectuar mejor su tarea de servicio a los ciudadanos. Si no lo hacen, los únicos perjudicados seguros será la gente de la calle; los políticos seguirán probablemente en sus cargos y carreras.
Los llamamos presupuestos pero tienen otros nombres: acortamiento de las listas de espera, menos barracones escolares, reducir atrasos y mejorar los subsidios a la dependencia, incremento de la vivienda social, ayudas a los desempleados, y también empujones a favor de la investigación, la exportación y otras cosas así. Cosas que Eduard Pujol, ayudante de Carles Puigdemont, declaró que son menos urgentes que conseguir separarse de España.
Etapa de chantajes descarados
No sobra un duro pero aun así hay algún dinero para paliar bastantes de esas necesidades y se encuentra al alcance de las tres administraciones. Pero de momento ninguna puede conseguirlo por los vetos de quienes gobiernan en las otras dos instancias. Hace falta un simple pacto. Sería bueno para todos, pero no se consigue. Primero decían buscarlo pero después entramos en una etapa de chantajes descarados. La idea es: 'No dejaré que tengas tu dinero si no haces lo que yo quiero y aunque eso me cueste que yo tampoco tenga el mío'. No confundan eso, por favor, con negociar, porque la mayor parte de las cosas exigidas no dependen de la libre voluntad de quienes supuestamente tendrían que darlas.
Los ciudadanos, inmersos en dos o tres guerras frías simultáneas, miran hacia esos protagonistas públicos y esperan. Hay mucha decepción y gente que se cabrea. Puestos a esperar, una anciana muere después de siete horas sin ser atendida una anciana muereen un servicio de urgencias saturado. Los políticos por un momento dejan de decir que trabajan para aprobar los malditos presupuestos y se retratan llevándose las manos a la cabeza porque en Andalucía ha crecido mucho la abstención y bastantes electores que nunca habían sido fascistas ya están tan antitodo que han probado lo de votar a un partido que sí lo es. ¿Los han engañado? Creo que en ese voto probablemente hubo mucho de querer llamar la atención desesperadamente, como los que hacen falsos intentos de suicidio, para ver si las cosas cambian y alguien cuida mejor de ellos.
Pero las cosas de fondo no cambian. Al día siguiente de las elecciones, y antes de saber siquiera quién gobernará, vimos como los políticos de Andalucía ya empezaban a mover el agua tomando posiciones de la cara a las siguientes. Viva España.
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