La clave
Malos tiempos para la política
La economía se está desacelerando con la consecuencia de que menos crecimiento y más paro alimentarán a los populismos que se nutren de la frustración
Hace dos semanas la economía alemana dispensó un susto a la eurozona. Las cifras de crecimiento del tercer trimestre de la locomotora alemana mostraron una contracción del 0,2%, frente a la expansión del 0,5% de los tres meses anteriores. Se trata del primer retroceso del PIB que sufre Alemania desde el primer trimestre del 2015, un aviso a navegantes para el resto de las economías, ya que cuando Alemania estornuda, es bien sabido que Europa se resfría.
La contracción de la economía alemana se explica por la caída de las exportaciones de sus empresas en el contexto de la guerra comercial desatada por EEUU. Y no es el único indicador de desaceleración de la economía europea, un continente que basa su crecimiento en el mercado interno de 500 millones de personas, pero también en las relaciones comerciales con el resto del planeta. Así, la OCDE ha rebajado el crecimiento para la eurozona, que prevé ahora que cerrará el 2018 con un alza del 1,9%, que disminuirá al 1,8% el año que viene, y hasta el 1,6% en 2020.
Las principales instituciones de análisis mantienen un consenso sobre la desaceleración de la economía europea y sostienen que la causa principal es la inestabilidad política. Un termómetro mucho más pedestre consiste en preguntarle a los empresarios. Las empresas reconocen que no esperan aumentos del consumo para el 2019, que no piensan en aumentar la plantilla, sino más bien lo contrario, y que no han diseñado presupuestos expansivos por "lo que pueda pasar".
Con este "lo que pueda pasar" se refieren a lo que ocurra con el 'brexit', con las guerras comerciales impulsadas por Trump, y con la deriva de las principales economías europeas con Italia en manos de los populistas, Francia con un presidente en declive y Alemania sin el liderazgo de Angela Merkel.
Las crisis políticas europeas tienen su origen en la mala gestión que los políticos han hecho de la crisis económica. Y paradójicamente, esos movimientos populistas son los que amenazan la estabilidad política y pueden desencadenar otra crisis económica. Con la consecuencia de que menos crecimiento y más paro alimentarían precisamente a los populismos que se nutren de la frustración. Malos tiempos para la política y para la democracia.
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