Gesto de apoyo a la huelga de hambre

Sin canapés, lejos de Gettysburg

Detrás de la renuncia a los aperitivos, hay un Govern que solo se solidariza con la mitad del país

Fotografía de los políticos presos en la cárcel de Lledoners

Fotografía de los políticos presos en la cárcel de Lledoners / ÒMNIUM CULTURAL

Jordi Mercader

Jordi Mercader

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Generalitat eliminará los aperitivos de sus actos institucionales en solidaridad con los cuatro dirigentes en prisión provisional declarados en huelga de hambrehuelga de hambre, el acto más duro y digno de la no violencia, según la declaración política del Gobierno catalán. La decisión de los dirigentes vinculados a JxCat merece todo el respeto, están en su derecho de presionar al Tribunal Constitucional para que aligere sus resoluciones. La reacción del presidente Torra de renunciar a los canapés bordea el paripé en su formalidad, pero, en el fondo, implica la utilización del Gobierno de todos los catalanes en beneficio de la estrategia de una causa, por muy legítima que sea esta causa.

Los recortes presupuestarios dejaron en mínimos a los suntuosos refrigerios institucionales de la época de la abundancia y sería estupendo acabar con ellos. Para eso, bastaría con una indicación a los servicios de protocolo sobre las nuevas normas de austeridad. Por otra parte, si algún miembro del Govern cree necesario declararse en huelga de hambre, los procesados le agradecerán la valentía.

Torra opta por una iniciativa trivial, una hipocresía del sacrificio comparada con el riesgo asumido por sus compañeros en huelga. Sin embargo, en el gesto de solidaridad oficial no todo es simbólico, hay un mensaje implícito. El significado es algo más serio que la renuncia a los calamares a la romana, es la demostración de que en Catalunya, a día de hoy, hay un Gobierno que solamente piensa, se preocupa, se entristece o se solidariza con la mitad del país.

Un Gobierno de independentistas para los independentistas. Una versión nihilista del gobierno del pueblo, del pueblo y para el pueblo, defendido por Lincoln en Gettysburg, uno de los mejores discursos de la historia. Apenas 300 palabras, una apelación emocionada a no malbaratar la devoción por los combatientes y a seguir luchando para que el gobierno democrático “no perezca de la faz de la tierra”. Torra no es de la escuela de Gettysburg.