El auge ultra
'Sí, senyor'
La culpa de la llegada de partidos de extrema derecha, como Vox en Andalucía, también es de la izquierda tiquismiquis
Ricard Ustrell
Periodista
Ricard Ustrell
El señor Facebook me recuerda un viaje que hice hace tres años a Grecia cuando se desbordaba por la llegada masiva de personas que huían principalmente de la guerra de sus países. La crisis griega ocupaba buena parte de los titulares internacionales de la prensa, una imagen que contrasta con la cara de satisfacción que últimamente hace Tsipras desde que anunció que, ocho años después de suspender los dictados de los acreedores, ahora, ya los aprueba.
Pero detrás de la sonrisa del Gobierno tsiprasiano existe una clara voluntad de esconder las consecuencias de la pérdida de soberanía política y económica. Actualmente, oponerse a las políticas de la 'troika' en Grecia está siendo castigado con represión. En los últimos años, se ha aprobado, por ejemplo, una legislación especial que impone penas de hasta seis meses de prisión a los que intentan evitar un desahucio. Paradójico y curioso que la izquierda que gobierna esté renunciando a representar a su propia clase trabajadora. Es como si hubieran detectado en ella un enemigo y prefirieran identificarse más con la clase media.
Hace días sorprendió el artículo que Julio Anguita publicaba en 'Cuarto poder' donde señalaba que hay que defender algunas medidas del nuevo Gobierno italiano, por ser políticas antineoliberales que desafían a la UE. Era provocador porque son políticas de partidos de extrema derecha, pero había fondo: hablaba de este descontento de la clase trabajadora con la izquierda de sofá. Era como si Anguita quisiera constatar que la precariedad está siendo una lucha abandonada en gobiernos como el de Tsipras. Y aquí es donde gana la partida la extrema derecha.
La culpa de la llegada de estos nuevos partidos (como en Andalucía ha pasado con Vox) también es de la izquierda tiquismiquis. Y lo peor es que, en todo este proceso, los dirigentes de esos partidos se están volviendo muy blandos. En las noticias ya no se enfadan, ahora sonríen tras aprobar los dictados de Europa. Y ya no usan la ironía. Cuando cantan a Ovidi Montllor lo toman al pie de la letra. 'Sí, senyor. Recontra-sí, senyor'.
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