Eufemismos interesados

Vea cómo se manipula el lenguaje

El poder quiere apropiarse del lenguaje de los ciudadanos, o sea de nuestro pensamiento

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Estrella Montolío

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Piense un momento cuál es el auténtico significado de expresiones de apariencia inofensiva como reajuste de plantilla (en plata: despidos); movilidad exterior (o sea, necesidad de emigrar); reconversión industrial (que traduce “en bonito” el cierre de fábricas); incursión aérea, que es una forma más elegante de aludir a bombardeos, o el culmen de las paradojas, crecimiento negativo, expresión que nuestras autoridades económicas utilizaron ampliamente para comunicarnos con “anestesia lingüística” que en realidad la economía española estaba en crisis. Todas ellas -y muchas más- son ejemplos de eufemismos interesados, formas de maquillar la realidad a través de manipulaciones lingüísticas. Son un procedimiento deliberado de confundir a la ciudadanía utilizando expresiones que, en el fondo, no quieren decir lo que se supone que dicen.

Damos por supuesto que es responsabilidad de los medios de comunicación advertir y denunciar el uso por parte de los poderes fácticos de expresiones solapadas como estas. Pero por si acaso quizá no siempre los medios estuvieran suficientemente al quite de cómo el poder deforma el lenguaje a su conveniencia, conviene que también nosotros los ciudadanos, con frecuencia las víctimas de esos usos engañosos del lenguaje, sepamos identificar cuándo estamos ante uno de estos eufemismos sospechosos. Si los sabemos reconocer, a lo mejor no nos cuelan tanto.

Expresiones aparentemente inocentes

Nicolás Sartorius dedica su último e interesante libro a desvelar el auténtico significado de una colección de estas expresiones. Inspirada por su lectura y por la conversación que mantuvimos en 'Todo es lenguaje', del programa 'Gente Despierta', de RNE, le propongo a continuación que analicemos cuatro operaciones de manipulación comunicativa que sirven para generar expresiones aparentemente inocentes. Ahí van:

Una operación consiste en crear expresiones del mundo económico que contengan términos -¡oh, sorpresa!- del ámbito religioso. 'Paraíso fiscal', 'milagro empresarial' o 'inversores ángel' son expresiones altamente sugerentes porque unen términos técnicos del mundo de la economía (fiscalidad, empresa, inversión) con palabras de la esfera religiosa (paraíso, milagro, ángeles), lo que proporciona un aura sobrenatural a la actividad económica y a sus protagonistas (gurús, oráculos y otros masters del universo).

También se puede dotar con propiedades humanas a objetos inanimados. Así, 'armas inteligentes', 'coche autónomo' o 'algoritmo personalizado' son denominaciones que permiten insuflar alma, inteligencia o sensibilidad a artefactos que interesa humanizar.

Otra operación de creación de eufemismos consiste en presentar desastres causados por humanos como si fuesen fenómenos inevitables de la naturaleza. Cuando se destapó la estafa especulativa de alcance mundial, se dijo que “había estallado la crisis económica”. Por un lado, se trataba de una expresión económica construida sobre el recuerdo de una expresión bélica (“ha estallado la guerra”), que nos empezaba a preparar para la carestía de los “tiempos de guerra” por venir. Por otro lado, y esto es lo más interesante, ocultaba la responsabilidad de la mala praxis de los profesionales del mundo especulativo, porque presentaba el estallido del sistema financiero como si fuese el de una tormenta, un fenómeno meteorológico natural ajeno a la voluntad de los seres humanos.

Culpar al ciudadano

Más: construir expresiones exculpatorias para un grupo concreto de responsables usando el pronombre 'nosotros', que generaliza la culpa. Pese a que todos los analistas hicieron responsables de la crisis mundial a los grandes especuladores, algunos comunicadores influyentes transmitieron de manera viral expresiones maquiavélicas que culpaban de lo que estaba sucediendo a los ciudadanos, porque “(nosotros) vivíamos por encima de nuestras posibilidades” y “(nosotros) teníamos un Estado de bienestar que ya no podíamos permitirnos”. Por arte de magia comunicativa, los ciudadanos éramos ahora los responsables del hundimiento del sistema financiero, por lo que merecíamos el castigo de los recortes en la sanidad y la educación que nuestro abuso hacía imperiosamente necesarios.

Estas cuatro operaciones de manipulación comunicativa son solo una reducida muestra de cómo cierto poder quiere apropiarse no solo de la economía, la justicia y los medios de comunicación, sino también del lenguaje de los ciudadanos, que es tanto como decir que quieren apropiarse de nuestro pensamiento.