Resistencia cultural
Con la cultura no se puede
Siempre que se ha intentado reprimir, aplastar o borrar un idioma, por algún lado ha acabado saliendo a flote
Los que disfrutamos escuchando y aprendiendo, estamos de suerte en Barcelona. La misma semana pasada pudimos ir a ver qué nos contaban Alessandro Baricco y Bernardo Atxaga, sin tener que elegir, además, o pudiendo elegirlos a los dos, que es lo mismo.
No era idiota quien hace unos meses se inventó la falacia de que los 'top stars' de la escritura, últimamente, elegían Madrid, Sevilla o cualquier otro sitio antes que Barcelona para impartir sus conferencias por culpa del 'procés'. Aquello sí que fue un intento gordo de amenaza a la hora de hacernos abandonar toda lucha a quienes 'proceseábamos'; más gordo que cualquier relato de la marcha del país de empresas y negocios, entes que de entrada no suelen despertar las simpatías de nadie, a no ser que se trabaje en ellos (y ni por esas).
Aquello de que nadie quería venir se desmontaba con solo abrir cualquier agenda de cualquier equipamento cultural de la ciudad pero el “¡bu! ¡que viene el lobo!” nos hizo levantar las orejas y decir: “un momento, por aquí no”.
La cultura es una cosa que somos
Podremos tener más o menos dinero, al final, ya teníamos poco de antes, sin embargo la cultura no es una cosa que tengamos: es una cosa que somos y que circula por vías que no ofrecen el recurso de cerrar el grifo y así ahogar a los del otro lado. La cultura es mucho más grande, mucho más incontenible que todo eso. Mirad sino el idioma, que es parte de ella: todas las veces que han intentado reprimirlo, aplastarlo y borrarlo, por algún lado ha acabado saliendo a flote.
Hace unos días, la escritora Luna Miguel hablaba en un artículo del poeta Jorge Alejandro Vargas Prado, quien se inscribe en un movimiento de jóvenes peruanos que, al grito de “¡reindigenicemos el mundo!” hacen literatura en quechua. Aunque aquello es aquello y esto es esto, creo que el paralelismo se hace bastante solo.
Atxaga lo decía el otro día en el CCCB: hay lenguas (culturas) amenazadas, pero las lenguas amenazantes no existen; es quien hay detrás que las puede intentar utilizar como amenaza, pero -esto lo digo yo- nunca se saldrán con la suya.
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