Dos miradas

Antaviana

El centro escolar de Roquetes recibe el reconocimiento a su labor diaria, a la conexión con la gente, a la voluntad de excelencia, a la combinación de la inquietud y la tradición, de la tecnología y el humanismo

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Josep Maria Fonalleras

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Las cosas no vienen porque sí. Siempre hay una justificación, una causa. Es el caso del Institut Escola Antaviana, en Roquetes. La escuela de primaria nació como fruto de la fusión de las escuelas Pla de Fornells y Ton i Guida, y desde el curso pasado es también instituto de secundaria, con lo que han conseguido tres objetivos. Aglutinar la enseñanza en un solo recorrido, fidelizar el ideario original y ofrecer un servicio sensible a la diversidad y a la educación especial, con el compromiso inquebrantable de ser parte de la comunidad, es decir, de entender, como dice su lema, que "para educar a un niño hace falta todo un pueblo". Un barrio.

Las cosas tienen siempre un pasado, porque justamente Ton i Guida fue, en los años 60 del siglo XX, el ejemplo de una pedagogía comprometida, revolucionaria en el contenido y las formas e implicada con el entorno obrero, lejos del elitismo, a favor de un futuro más digno para todos. Pero también tienen un presente, que es Antaviana hoy. Un centro que este miércoles recibe la Medalla de Honor del ayuntamiento en reconocimiento a su labor diaria, a la conexión con la gente, a la voluntad de excelencia, a la combinación de la inquietud y la tradición, de la tecnología y el humanismo.

Hace tiempo, se quiso incluir 'antaviana', la palabra que inventó Pere Calders, en el diccionario. Unos cuantos se opusieron. Argumentaban que sería como acotar la magia. Antaviana es eso. Indefinible. Mágica.