El tratamiento de un símbolo nacional

Con la bandera por montera

Susana Díaz, al estilo Chávez, hace campaña envuelta en los colores de la enseña andaluza

ilustracion opi 26 11

ilustracion opi 26 11 / Alex R. Fischer

Toni Aira

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Sandro Botticelli inmortalizó la belleza en 'El Nacimiento de Venus', pero a su vez se asomó al abismo y dibujó lo que allí vio: el mapa del Infierno. Para muchos de nuestros coetáneos, una campaña electoral (cada vez más seguidas unas de las otras) se da un aire a una especie de infierno contemporáneo, especialmente para los muchos ateos de la cosa pública, quienes además ahora no pueden escapar del bombardeo de mensajes por todas las vías posibles. Por ejemplo, a través de los colores, que pueden dar vida a un cuadro pero que también dan significado a una bandera y a lo que ella representa para mucha gente. De ahí que en la presente campaña electoral en Andalucíacampaña electoral en Andalucía, veamos a menudo a Susana Díaz, la aspirante a la reelección como presidenta, vestida de bandera de la comunidad.

Blusa o camiseta blanca que queda conformada como franja entre el verde de la americana o cazadora que evidentemente no lleva abrochada. '¡Et voilà!' Ahí está ella, más que envuelta en la bandera andaluza, convirtiéndose en un estandarte con patas. Es como aquello que hacía Hugo Chávez en Venezuela, enfundándose en un chandal con los tres colores de la bandera de su país (rojo, azul y amarillo). Algo, por cierto, que imitaron 'celebrities' como el actor Sean Penn, de visita al lugar, o con más devoción, ahínco e intención, el sucesor de Chávez al frente del país, Nicolás Maduro. Dicen que a Chávez lo inspiró uno de sus mayores referentes, Fidel Castro, que cuando empezó a protagonizar problemas de salud por razón de edad y fue dejando el timón de su país en manos de su hermano Raúl, apartó también el caqui del uniforme militar por los colores de la bandera cubana (rojo, blanco y azul), también enfundado en chándal.

Los candidatos a la presidencia andaluza tiran del verde

En Andalucía, la aspirante de Podemos, Teresa Rodríguez, tiró de verde en su blusa para afrontar el debate entre candidatos en Canal Sur. Y de hecho, este color ligado a la bandera de la comunidad es el diferencial con el que la mayoría de partidos andaluces han ido tiñendo su iconografía electoral. Hasta el PP ha tirado del verde (en general ligado a formaciones políticas ecologistas) y en su cartel de campaña lo combina con el azul propio del partido, y en general (con sus diferentes tonalidades) propio de los partidos de derecha o centro-derecha en Europa. Igual ha optado por hacer Ciudadanos, que combina en cartel su clásico naranja con el verde. Podemos lo ha teñido entero con un filtro verde, solo roto en el centro por la palabra “¡Adelante!”, en blanco (a lo bandera andaluza). Pero la más desacomplejada ahí vuelve a ser Susana Díaz, que en el cartel del PSOE emerge en rojo socialista en medio de una mega bandera andaluza que desborda el propio marco de la foto.

Hay quien se pone el mundo por montera. Y los hay, como Díaz y algunos más, a quienes solo les falta ponerse la bandera así, de sombrero. En esa pequeña prevención no cayó Chávez, quien también vestía gorra con los colores de la bandera, si era necesario, algo que le copió su contrincante Henrique Capriles, en la campaña por la presidencia de Venezuela en el 2012.

La rojigualda en las mejillas de Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre se acercó, y con motivo de celebraciones y de citas relacionadas con la selección española de futbol, se pintó la bandera en las mejillas. Eso sí, bien combinado con vestir la camiseta de la Roja, bandera en una mano y abanico con la rojigualda en la otra. En una de estas ocasiones, hasta se puso la bandera de capa. Algo que de momento al más alto nivel del PP no le han replicado. Aunque Soraya Sáenz de Santamaría sí tiró de abanico con la bandera, en su último discurso como aspirante al liderazgo de los populares. Y el ganador, Pablo Casado, se limitó a mostrar con orgullo una bandera, en el contexto del Día de la Hispanidad, montado en el capó de un coche que dejó abollado.

Los puristas dirán que hay maneras más respetuosas con las que tratar un símbolo nacional como lo es la bandera de un país. Pero cuando los políticos se enfundan en ella buscan tal identificación con lo que representa a ojos de muchos ciudadanos, que sus precauciones cada vez son menores. Eso sí, luego dirán que lo suyo es patriotismo, no nacionalismo. Como cuando hace pocas semanas, el número dos de Casado, Teodoro García Egea, en un acto del PP, hizo elevar una bandera de España con un dron, mientras él lo señalaba apelando a hacer “despegar” de nuevo al país, y diciendo que en ello el PP sería como el dron que tenía en ese momento al lado con la enseña en suspensión.