Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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La gran mentira del embarazo

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Varios medios titulaban así la noticia de la semana: 'La feminista Leticia Dolera despide a una actriz embarazada'. Recalcaban el activismo de la actriz y directora para atacar al feminismo. Pero que una feminista cometa un error no desacredita a todo un colectivo. Que Cristina Cifuentes comprase un máster no quiere decir que todas las mujeres del PP se hayan comprado el suyo.  Por lo demás, Leticia no ostenta ningún cargo, ni electo ni refrendado. No es la presidenta del Partido Feminista de España ni está en un Comité de igualdad. Se ha adherido a unas ideas que existían antes que ella, y la validez de esas ideas no depende ni deja de depender de los errores que haya podido cometer Dolera.

Antes de escribir este artículo he llamado a directores de 'casting', representantes, productores, directores y actrices (aprovecho para decir que soy miembro de la Academia del Cine). Tengo incluso las fechas del plan de rodaje de la serie. Aina Clotet rodaba desde el 17 de septiembre al 30 de noviembre. Es decir, hubiera acabado la serie estando embarazada de cinco meses.

Argumenta Dolera para justificar su despido que el personaje tenía que llevar un vestuario acorde con el hecho de que es «una mujer que reconecta con su sexualidad» y que en la serie «hay diferentes escenas de sexo que no podían encajar con una persona que, al inicio de la grabación, estaría embarazada de cuatro o seis meses».  En realidad, al inicio de la grabación, Clotet estaría de tres meses y medio, y a su fin, de cinco.

Veamos. Las escenas de cama no implican siempre estar desnuda. Ni siquiera implican una cama. Se puede follar en la mesa de la cocina, en unos baños públicos, en el sofá, en un teleférico (yo lo he hecho), en el cine (también), sobre una lápida (hasta ahí no he llegado, aunque sé de quién lo ha hecho) o incluso en un confesionario (juro que tengo una amiga que lo hizo). Seguro que esas escenas dan mucho más morbo que una escena en la cama, y no hay por qué verle la tripa a nadie.

Aina Clotet, de
cinco meses y
con un escote
estilo imperio,
hubiera quedado
divina en la
serie de Dolera

Hay mucho tabú respecto a un embarazo. El primer gran tabú: el malestar y la incertidumbre. Una embarazada debe decir siempre que es feliz y que en su vida todo son unicornios y purpurina. Está prohibido decir que está hasta el coño del proceso y de vomitar todos los días (y no solo por las mañanas) y que tiene dudas, miedo, inseguridad.

El segundo gran tabú. No se puede decir en alto que nunca recibes más propuestas sexuales que cuando estás embrazada. Yo siempre cuento la anécdota de un famoso cantante español que vende millones de discos, con el que tuve que coincidir en un camerino de televisión. El señor se me abalanzó al grito de «cada día estás más buena» y directamente me puso sendas manazas en cada una de mis tetas. No se le ocurrió mirar debajo de las susodichas y ver que había una barriga de seis meses.

En realidad, cuando estás embarazada, casi ningún hombre lo nota. El pecho se te pone turgente, la piel de lustre, tienes una melena 'pelopantén' brillante y sedosa. Ah, las hormonas, esa cura de belleza. Nadie se fija en la tripa, que no suele ser evidente hasta al final de la gestación.

O peor aún, se fijan y les da más morbo. Por si no lo saben, hay un subgénero de porno destinado a las mujeres embarazadas, y las prostitutas embarazadas cobran más. Hace apenas 20 días, la modelo Lily Aldridge (en la foto que encabeza este artículo) desfiló en la 'fashion week' de Nueva York con un impresionante vestido rojo, ceñidísimo y compartió pasarela con Taylor Hill, Gigi y Bella Hadid, Joan Smalls y Stella Maxwell. La más sexi era Aldridge, de calle. Aina Clotet, embarazada de cinco meses y con un escotazo habría quedado divina. Con un corte estilo imperio nadie habría reparado en su tripa.  

Ay, ojalá esta historia nos sirva para repensar la idea de que no se puede asociar sexo y embarazo.

La directora no ha sido madre y hasta donde yo sé (desconozco su vida privada) tampoco es lesbiana. Por eso no reparó en el lujo que hubiera sido tener a una embarazada para interpretar un personaje sexi, y las impresionantes escenas de sexo que se habrían rodado. Porque ninguna operación estética consigue un pecho tan bonito como el que luce una gestante. Dolera no se ha sentido objeto de deseo estando embarazada, y presumo que tampoco ha deseado a una mujer embarazada. Pero, las que hemos sido madres, las mujeres lesbianas y bis, y hombres heteros compartimos un secreto que Dolera no conoce, y sus coguionistas, por lo visto, tampoco: las embarazadas son sexis. Y follan.