La jugada de Ceferin

El presidente de la UEFA ha maniobrado con habilidad para conseguir una imagen potentísima

Ceferin (izquierda), al lado de Agnelli, el pasado día 20 en Bruselas.

Ceferin (izquierda), al lado de Agnelli, el pasado día 20 en Bruselas. / periodico

Axel Torres

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Aleksander Ceferin, un abogado procedente de una de las naciones menos pobladas de Europa, se sienta desde hace dos años en el sillón de Michel Platini, un exjugador de la selección francesa y de la Juventus, campeón continental tanto a nivel de clubs como de selecciones. Es evidente que para llegar a ocupar el puesto de presidente de la UEFA partiendo desde el anonimato más absoluto y desde un país sin focos ni influencia hay que ser muy hábil. Ceferin volvió a demostrarlo esta semana, moviéndose con celeridad para ofrecer una imagen potentísima que ataja el revuelo creado por las filtraciones que advertían de la amenaza de la Superliga. Su comparecencia en Bruselas junto al máximo responsable de los superclubs, el presidente de la Juventus y de la ECA Andrea Agnelli, con el Comisario Europeo para el Deporte Tibor Navracsics como testigo y notario del acuerdo de unidad, escenificó una respuesta contundente y necesaria en tiempos de agitación.

Que Ceferin sea el presidente de la UEFA en el momento exacto en el que los grandes clubs empiezan a insinuar su voluntad de gestionar las competiciones más atractivas es una bendición para todos aquellos que creemos que exportar el modelo del deporte americano al fútbol europeo acabaría con su esencia fundacional. Tranquiliza saber que el que va a combatir con vehemencia a los transatlánticos es un esloveno que en su niñez era hincha del Hajduk Split: conoce de primera mano qué significa la irrelevancia a la que el nuevo fútbol ha condenado a clubs con una gran dimensión social y tradición en el pasado, y al mismo tiempo apoya a una selección nacional que considera un éxito mayúsculo clasificarse para una fase final. En esto, como en tantas otras facetas de la vida, el que sufre en carne propia las injusticias es más consciente de su existencia, y por lo tanto va a rebelarse contra ellas con mayor ferocidad.

Juego de equilibrios

Es cierto que Ceferin posee un pragmatismo que puede resultar desalentador para los románticos utópicos, pero en este momento histórico no parece existir mejor mecanismo para salvaguardar el espíritu del fútbol europeo que el complejo juego de los equilibrios. Agnelli se ha asegurado que la UEFA tenga en cuenta alguna de sus peticiones -fundamentalmente, reducir las ligas nacionales y ampliar el número de partidos de la Champions a partir de 2024-, pero Ceferin, a cambio, ha conseguido que el representante de los superclubs aparezca junto a él en una rueda de prensa en la que se dijeron cosas tan importantes como que "la Superliga no se va a realizar", que "los resultados deportivos siempre tienen que ser los que determinen el acceso a las competiciones" o que "la esencia del fútbol europeo es el sueño: que cualquier equipo sepa que puede acabar jugando todos los torneos". No es poca cosa.

Tras años en los que las federaciones internacionales han estado ensombrecidas por escándalos y sospechas, es muy positivo para la salud del fútbol observar cómo ahora un presidente de la UEFA se dedica a lo que le corresponde: defender el bien común y no permitir que los ricos manejen el cotarro a su antojo.

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