Cautela en las redes

Humanidad digital

Cuenten hasta cien antes de contestar en Twitter; no almacenen mensajes comprometedores: hagan el favor de pensar y no sean tan humanos

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TWITTER / Kacper Pempel

Care Santos

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El ser humano siempre ha tenido tendencia a precipitarse y meter la pata. Aunque nunca como ahora esos errores hijos de la prisa -o del enfado, o de la confianza, o de la alegría o de vaya usted a saber qué emociones incontrolables-habían tenido tanta repercusión. Hoy tenemos a nuestro alcance redes sociales donde todo el mundo puede insultar antes de pensar. Canales de mensajería instantánea tan pegados a nuestra mano que ya parecen una prolongación de nuestros dedos y que nos sirven para compartir los logros mientras aún dura la euforia. Es lógico que terminemos por ser víctimas de nuestros propios énfasis. Todos corremos el riesgo: los presidentes del Gobierno, los senadores, los compañeros de clase de tus hijos, los extesoreros, o tú, lector, seas de la edad, el sexo y el parecer que seas.

Toda esta precipitada obra escrita que cualquiera de nosotros dejamos en nuestro paso por el mundo resulta heredable. En nuestros dispositivos digitales, o en la nube, o en las copias de seguridad que otro hizo muy precavidamente, queda constancia de un rastro íntimo que acaso no deseamos dejar. Conviene saberlo, porque la palabra escrita tiene tendencia a prevalecer, y también a ser revisable, analizable, malinterpretable.

Hay ahora revuelo constante de mensajes que no deberían haberse enviado. Más aún: no deberían haberse escrito. Más aún: pensado (aunque si solo se hubieran pensado nada hubiera ocurrido, obviamente). Hay revuelo parlamentario también sobre cómo gestionar esas obras breves que tanto nos comprometen, quién debe tener poder sobre ellas, cuándo pueden ser borradas y por quién. La cosa va para largo, claro, porque las leyes siempre suelen pisarle los talones a los cambios y en este terreno hay cambios todos los días.

Por ahora lo mejor es la cautela. Vigilen qué envían y a quién lo envían. No digan lo que piensan si no es inocuo. No se alboroten en exceso. Cuenten hasta cien antes de contestar en Twitter. No almacenen mensajes comprometedores. En resumen: hagan el favor de pensar. No sean tan humanos, por el amor de dios.