El Barça y la moda de los holandeses

Holanda ha vuelto. Renace con su tradicional fútbol brillante, valiente y ofensivo. Nos resucita lo que sentíamos cuando jugaba Johan Cruyff. Es la gran noticia de la Liga de las Naciones. Tiene muchos jugadores jóvenes rebosantes de calidad  y la manda un seleccionador, Ronald Koeman, que los sabe mover.

Francia, la campeona del mundo, se limita a enlazar grandes destellos individuales mientras los holandeses son sobre todo un equipo. Alemania es un pasapurés que intenta aplastar a los adversarios mientras la selección naranja simplemente los desborda con desmarques continuos y creando superioridad numérica en las jugadas decisivas a una velocidad endiablada. Inglaterra, que ya no es la misma desde que Pep Guardiola le enseñó 'in situ' que la vieja táctica de tirar la pelota hacia adelante y luego perseguirla se llama prehistoria, promete muchas cosas pero parece menos madura. España es poca cosa, casi nada en este tiempo de auge de las selecciones nacionales, y tiene que reconstruirse a partir de unas promesas sobrevaloradas por un entorno mediático enfermizo.

No sabemos todavía si Holanda cuajará al nivel de lo muchísimo que promete, pero ya es la gran ilusión de los buenos degustadores de fútbol. Tiene a varias de las grandes superestrellas del futuro inmediato. Se habla maravillas del defensa creativo De Light, 19 años, y del armador de juego De Jong, de 21, pero yo sitúo a su nivel la potencia desbordante de Memphis Depay, el imperial Beckenbauer que ya es Virgil Van Djik, o el nivel de trabajo oscuro que efectúa Wijnaldum. 

Pero son los dos primeros los que despiertan la codicia de los clubs ricos, que los ven como una pareja inseparable (sus nombres se citan juntos de corrido, como se hacía aquí con Mauri y Maguregui en el viejo Bilbao, o con Vergés y Gensana en un inolvidable Barça). Seguro que Florentino va continuamente a El Corte Inglés por si los han puesto en venta.

Apuesta por Koeman

Contra lo que se dice, es probable que el Barça esté en mala situación para conseguirlos. Por soberbia, por considerar que, como holandeses, como hijos de Cruyff, son moralmente suyos y deben -¡que terrible palabra, deben- venir vocacionalmente hacia aquí aunque en otros sitios puedan y estén dispuestos a pagarles mucho más. Dudo que el mundo actual tenga vigente esa romántica regla. O la de que el Barça podría decir "arrastro" y traérselos a los dos junto a Koeman para iniciar una nueva era. No sé, no sé, aunque yo lo haría. Pero el Barça es ahora un ente muy conservador y temo que tiene más ganas de no exponer lo que tiene que de jugársela.

La amarga verdad es que en España tenemos una crisis de escasez de jugadores jóvenes que ilusionen de verdad de cara a los próximos años. Juegan para nosotros 20 o 30 futbolistas muy buenos pero con más carrera a la espalda que por delante, y bloquean la posibilidad de grandes saltos adelante de nuestros equipos. Es lo que le pasa en gran medida al Barça. Los jugadores que deslumbrarán al mundo los próximos años están fuera y es dudoso que la economía del futbol-jeque y del fútbol-cheque permitirá que los traigamos para aquí.

Me puedo equivocar pero pienso en los holandeses que ya he citado, en Leroy Sané, De Bruyne y Bernando Silva del City, llevo en la cabeza al francés Mbappeé,  el argentino Dybala, el británico Rashford... A su lado no veo una progresión similar de Asensio, y creo que después de Messi y Ronaldo, y a la espera de lo que puedan llegar a hacer Griezmann, Dembélé y algún otro, el espectáculo que tendremos aquí  estará muy condicionado por nuestra inferioridad monetaria. Por eso tal vez sería conveniente emprender la locura de la importación de choque holandesa arriesgando lo que ahora tenemos.