El nuevo fenómeno musical

Rosalía, catalana, paya y flamenca

La vida en los barrios y el acceso a internet bastan para conformar nuevas identidades e hibridar culturas

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Andreu Claret

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No solo canta como Dios. No solo ha suscitado una admiración meteórica entre fans que van de las Kardashian a 'millennials' de un amplísimo espectro social. La irrupción de Rosalía en el panorama musical también ha provocado un debate de especial trascendencia. Un debate sobre la identidad cultural en sociedades como la nuestra, mutantes y abiertas en canal por las redes sociales. De ahí que las redes estén que arden, llenas no solo de elogios a una nueva estrella que fusiona trap, flamenco y pop, enhebrando melodías urbanas seductoras, de letras feministas y cadencia pegadiza. También hay voces críticas que se preguntan quién es Rosalía.

Su arte y su biografía derrumban clichés

¿Es catalana, paya, flamenca? ¿Es una de estas cosas o todas a la vez? ¿Y si es todo esto, no será un producto de Sony?, preguntan quienes no entienden que no hacen falta laboratorios de multinacionales para hibridar culturas porque bastan la vida en los barrios y el acceso a internet para conformar nuevas identidades. Afinidades múltiples que surgen en las fronteras donde se cruzan aluviones humanos de distinta procedencia. Como en Sant Esteve Sesrovires, donde Rosalía nació, entre polígonos industriales ocupados por obreros venidos de Andalucía y Extremadura y recorridos por camiones como los que salen en el vídeo de 'Malamente'.

¿Quién es pues Rosalia Vila Tobella? La pregunta no estaría en el candelero si no fuera que su arte y su biografía derrumban clichés. Se la formulan quienes, siendo catalanes, andaluces o gitanos, asocian una forma de cantar a un origen, una pertenencia, una cultura, una lengua. Si es catalana, debería cantar en catalán, dicen algunos que no han digerido todavía que Serrat cantara 'Mediterráneo' en castellano o que Estopa sea uno de los pocos grupos catalanes capaces de competir con Adele, One Direction o Avicii en las listas de Spotify más escuchadas en Catalunya. Da un poco de pereza entrar en este viejo trapo, pero ella lo ha hecho con humildad, explicando que es tan catalana como el que más, y que la rumba catalana, Carmen Amaya o Miguel Poveda forman parte de su universo. ¿Por qué les cuesta tanto a algunos aceptar esta condición? ¿No será porque entre los artistas que cantan en catalán hay tan pocas mujeres? Solo una entre las 25 canciones en catalán más escuchadas en Spotify (Roser Cruells, una de las integrantes del grupo Els Catarres). Menuda sorpresa. Algún crítico musical debería explicar la paradoja.

Entre andaluces del Baix Llobregat

Por debajo de Despeñaperros hay quien se pregunta cómo puede Rosalía ir de andaluza si vive pegada a Barcelona. Produce bochorno que algunos la hayan acusado de haberse apropiado de la cultura andaluza cuando ha vivido entre andaluces e hijos de andaluces del Baix Llobregat desde que era niña. Ella misma ha explicado que, en Catalunya, la cultura andaluza "se respira en el aire". Es verdad que cuando la oímos hablar en castellano en las entrevistas descubrimos que su deje de cantante es mimetizado. ¡Un disfraz!, claman algunos. Un ingrediente más de su cultura mestiza, digo yo, como lo es el chándal, en recuerdo del barrio donde jugaba de niña, o el nazareno subido en un patinete de su último vídeo, mezcla de viejas tradiciones familiares y pulsiones contraculturales.

Más compleja y significativa es la acusación de apropiación cultural que le han echado en cara por atreverse con el flamenco siendo paya. Por ir de gitana, presuponiendo que los gitanos tienen la exclusiva del flamenco. Este también es un viejo debate, desde que Enrique Morente o Paco de Lucía irrumpieron entre los cantaores o guitarristas más renovadores, pero con Rosalía ha adquirido trazos nuevos, más áridos. Noelia Cortés, una conocida activista gitana, la ha acusado de utilizar rasgos culturales ajenos "como quien se pone unas pestañas postizas" y de hacerlo "desde su privilegio racial y económico". Es la teoría del ‘white privilege’ que arrasa en la sociología anglosajona como una forma de explicar por donde pasan también las fracturas en las sociedades contemporáneas.

Creo que Rosalía es consciente del desafío. Podía haber contestado que ella se santigua nombrando a Undebel, el dios de los gitanos, cómo se pone el chándal o recuerda las procesiones, pero ha preferido reconocer que el tema de las discriminaciones que sufren los gitanos está sobre la mesa. "Y si lo está es porque hay algún tipo de inquietud", ha añadido, antes de recordar que el flamenco viene de una mezcla de culturas y que ella compone y canta "desde el respeto y desde la libertad".