Opinión | EDITORIAL

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Grave crisis en la judicatura

Entre tanto tacticismo político, la responsabilidad y la altura de miras se ha extraviado por el camino

El juez Manuel Marchena conversa con el ministro Marlaska (de espaldas, a la izquierda).

El juez Manuel Marchena conversa con el ministro Marlaska (de espaldas, a la izquierda). / periodico

Como si la situación política e institucional en España no fuera lo suficientemente grave, la torpeza, el descaro y la ineptitud han logrado generar una aguda crisis en el mundo de la justicia. Los wasaps de Ignacio Cosidó, portavoz del PP en el Senado, en los que se jactaba de los beneficios para su partido del pacto alcanzado con el PSOE para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) son la cínica plasmación del control partidista de los órganos de la justicia. Si ya es grave que esté asumido que PP y PSOE se repartan los cargos, admitirlo con esta franqueza no hace más que dar un golpe mortal a la imparcialidad e independencia de la justicia en unos momentos especialmente graves en el país, con el juicio del ‘procés’ en ciernes. Llueve sobre mojado, pues días antes se había filtrado el nombre del nuevo presidente del CGPJ antes de que se hicieran públicos los vocales que sobre el papel deben elegirlo. Un disparate bochornoso que ha obligado al magistrado escogido, Manuel Marchena, a renunciar al cargo antes ni siquiera de haber sido oficialmente elegido. El daño a la reputación de la justicia es gravísimo.

Tras la renuncia de Marchena, el PP anuncia que no volverá pactar con el PSOE la renovación del CGPJ y pide un nuevo modelo de elección. Resulta difícil no estar de acuerdo, pero no por ello el PP puede presentarse como inocente en esta crisis. La cruda forma con la que Cosidó plasma en sus wasaps que el partido conservador quiere controlar a la judicatura habla bien a las claras de la noción de la independencia judicial del PP. La crisis permite a la formación de Pablo Casado, instalada en una preocupante deriva de irresponsabilidad, romper el único pacto de calado que había alcanzado con el PSOE desde la moción de censura, lo que deja al Gobierno es una situación muy precaria tras el rechazo de los partidos nacionalistas catalanes a apoyar los Presupuestos.

No renovar a los vocales del CGPJ lleva a una situación de bloqueo en un momento especialmente delicado. Gobernar con los Presupuestos renovados de Mariano Rajoy con decretos puntuales no es la situación ideal. Entre tanto cálculo y tacticismo político, diríase que la responsabilidad se ha extraviado en algún recodo del camino. Y, mientras, instituciones esenciales en el Estado de derecho se erosionan sin remedio.