Opinión | Editorial

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El accidente de Vacarisses

Hay que preguntarse si el desprendimiento se debió únicamente a la lluvia o también a la mala gestión ferroviaria

Accidente de tren en Vacarisses

Accidente de tren en Vacarisses / JOAN CORTADELLAS

La pregunta que nos formulamos después del desgraciado accidente en la línea R-4, entre Manresa y Sant Vicenç de Calders, a la altura de Vacarisses, es si el desprendimiento del talud se debió únicamente al continuado episodio de lluvias de los últimos días o si también cabe achacarse a la mala gestión ferroviaria en un tramo que ya sufrió unas circunstancias parecidas en el 2009 y el 2011. Mientras el gestor de infraestructuras Adif se defiende con las inversiones efectuadas a lo largo de los últimos años y, en concreto, con la revisión llevada a cabo el día antes del descarrilamiento, las imágenes grabadas por un maquinista en la misma zona el domingo y otros testimonios diversos advierten del notorio deterioro de la línea.

El Col·legi de Geòlegs, al frente del Observatori GeoRisc creado en el 2017, propone un inventario de los riesgos geológicos en toda Catalunya con la idea de definir un mapa de advertencias, una empresa en la que no participan ni Renfe ni Adif. Según los expertos, la lluvia puede ser “un detonante” de la situación pero el riesgo es visible y no se da de manera sorpresiva, sino que responde a una evolución que puede preverse y monitorizarse. Habrá que exigir responsabilidades, después de una investigación a fondo en la que las distintas administraciones implicadas tendrán que aplicarse para asegurar al máximo la seguridad del tránsito ferroviario, especialmente en los puntos negros. Es una medida urgente que no puede dilatarse por más tiempo.