Opinión | Editorial

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Pasar la página de Franco

Hay que acabar cuanto antes con la ignominia de que un monumento público albergue el cadáver del dictador

Varios ciudadanos posan ante la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, este sábado.

Varios ciudadanos posan ante la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, este sábado. / SUSANA VERA

El 43º aniversario de la muerte de Francisco Franco se cumple este martes. Han pasado más de cuatro décadas, pero este año se ha hablado y se habla más de Franco que nunca, después de un tiempo en que el 20-N pasaba desapercibido. Esta reaparición de Franco y del franquismo se debe a diversas causas. Una de ellas, evidentemente, es la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de exhumar los restos del dictador y trasladarlos desde el Valle de los Caídos, donde nunca debieron estar, a una ubicación privada. La exhumación se ha topado con la oposición férrea de la familia del dictador, por una parte, y, por otra, ha suscitado críticas desde los partidos de oposición, sobre todo el PP, reticentes a condenar el franquismo. Además, ha despertado a grupos nostálgicos de la dictadura, que han encontrado en la exhumación un pretexto para reivindicar un pasado ominoso.

Pero la exhumación no es la única razón de este 'revival' franquista. La Fundación Francisco Franco, que ya existía, ha gozado de una legalidad incomprensible y ha contado con subvenciones oficiales, ha aprovechado para anunciar su intención de abrir una sucursal en Barcelona, a la que el Ayuntamiento hará bien en oponerse, como ha anunciado. El gobierno de Ada Colau acierta asimismo al retirar la medalla que el consistorio concedió al dictador en 1964.

A la presencia de Franco en la vida política han contribuido también las constantes referencias del populismo de izquierdas y sobre todo del independentismo a una supuesta pervivencia del franquismo sin Franco en la democracia española, con la intención de descalificar lo que llaman con desprecio “el régimen del 78”. Pero ni Franco ha vuelto ni España es un Estado franquista ni la democracia, aunque sea imperfecta, está contaminada por los residuos del franquismo. Es cierto que últimamente han proliferado minoritarios grupos de ultraderecha y que un partido que no reniega, al contrario, de la dictadura puede alcanzar representación parlamentaria, pero eso no es inhabitual en otros países que han sufrido regímenes fascistas o similares.

Lo único que demuestra este debate, eso sí, es que España no ha cerrado como hubiera debido esa página de su historia. Por eso precisamente es tan importante que la exhumación de Franco se haga cuanto antes para que el entierro de sus restos en un lugar privado permita pasar página de una vez y acabar con la ignominia de que un monumento público albergue el cadáver del dictador.