Opinión | Editorial

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La factura de los grafiteros

La ola de acciones en el metro supone un problema de seguridad que no admite ningún tipo de disculpa

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jose45774416 imagen de archivo de unos grafiteros pintando un convoy del 181111232753 / TMB

De arte urbano a vandalismo callejero. El reciente asalto de grafiteros a un convoy del metro con pasajeros ha disparado las alarmas. No estamos ante un hecho aislado, más bien ante una escalada de acciones cada vez más temerarias y que ponen en riesgo la seguridad de los trabajadores y los usuarios. En el 2017, las empresas catalanas de transporte ferroviario (Transports Metropolitans de Barcelona, Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, TRAM y Renfe) gastaron 17 millones de euros en la reparación de vagones, a los que hay que sumar el coste de reforzar la vigilancia con seguridad privada. Una abultada factura que repercute en el precio del billete. No acaban ahí los costes que soporta el ciudadano: 927.000 viajeros sufrieron retrasos derivados de esta irrupción vandálica.

"Mantener la calma, evitar la interacción, alejarse de ellos con discreción y llamar a los responsables del metro, en el caso de los clientes pulsando el botón 'SOS' que hay en medio de los andenes, aunque de forma disimulada". Estas son las medidas que TMB recomienda a sus trabajadores y a los usuarios ante los asaltos. Sean violentas o no, las acciones de los grafiteros, verse atrapado por un grupo de más de 30 personas encapuchadas y que coartan la libertad de movimiento es una agresión inaceptable. Estamos ante un problema con importantes repercusiones sociales, medioambientales, laborales y económicas. Un problema de seguridad de primer orden que no admite ningún tipo de disculpa.