Apropiación cultural

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Ramón de España

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De todas las sandeces que ha aportado a la sociedad la corrección política, la que más irritante se me antoja es la teoría de la apropiación cultural. Ahora la está sufriendo en sus carnes la pobre RosalíaRosalía, a la que algunos le niegan el derecho a cantar flamenco por no ser gitana ni, por lo menos, andaluza. O sea, que, si eres de Sant Esteve Sesrovires, los puristas no te dan el carné de flamencóloga. Supongo que, si 'El mal querer' hubiese pasado inadvertido, nadie se habría visto en la obligación de poner a Rosalía en su sitio. La envidia, ya se sabe, es muy mala. Menos mal que la Niña Pastori ha salido en su defensa, reivindicando el derecho de cualquiera a amar la música que le salga del níspero, a mezclarla con lo que le apetezca y a intentar fabricar algo nuevo por la vía del cóctel y el reciclaje.

Si 'El mal querer' hubiese pasado inadvertido nadie hubiera querido poner a Rosalía en su sitio

Si miramos hacia atrás, los ejemplos de apropiación cultural son muchos, afortunadamente. Gato Pérez renovó la rumba catalana habiendo nacido en Buenos Aires. Los Rolling Stones, en sus inicios, entraron a saco en el rhythm'n' blues más negro que encontraron. Smash consiguió con 'El garrotín' electrificar el flamenco y mezclarlo con el rock a base de guitarras con mucho 'wah wah'Los Pogues, unos chavales londinenses, de origen irlandés, aplicaron la energía del punk al folklore de la madre patria. Y ninguno pidió permiso para hacer lo que hizo, gracias a Dios. Solo David Bowie, que se las sabía todas, definió su disco 'Young Americans' como 'Plastic funk', reconociendo que, como no era ni negro ni americano, solo podía aspirar a un funk tan falso y tan brillante como las rumbas del Gato; es decir, a una reelaboración intelectual de una música basada en el sentimiento y la autenticidad. También los Gipsy Kings, unos gitanos franceses que apenas hablaban español, eran más falsos que un billete de tres euros, pero daba lo mismo porque eran divertidísimos y le gustaban hasta a Bruce Springsteen, como ahora Madonna se declara fan de Rosalía.

La teoría de la apropiación cultural no parece tener muchos visos de llegar a imponerse. Si lo lograra, un negro no podría escribir una novela protagonizada por un blanco ni un hombre una historia narrada en primera persona por una mujer. Al carajo pues con la apropiación cultural y que todo el mundo escriba, componga o ruede lo que le pida el cuerpo.