Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

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Franco y Einstein

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En 1905, el genial Albert Einstein sorprendió al mundo con su teoría de la relatividad especial. Uno de sus postulados más profundos tiene que ver con el movimiento. Si un cuerpo se mueve respecto a otro a velocidad constante, nada en el mundo podrá hacer que nos decantemos por cualquiera de los dos sistemas de referencia. Tanto da decir que A se mueve respecto a B, como afirmar que B lo hace en relación a A.

Les digo todo esto porque quizá Albert Einstein pueda darnos una pista para terminar con el tremendo quebradero de cabeza que todos tenemos a raíz de la exhumación del dictador Franco.

Si damos por válido el postulado de la relatividad (y miles de experimentos así parecen confirmarlo), podemos decir, sin temor a equivocarnos, que es equivalente decir «movemos a Franco del Valle» y «movemos al Valle de Franco». Dicho de otro modo, ¿por qué, en vez de trasladar al dictador no trasladamos todo el Valle de los Caídos? ¿No les parece una idea maravillosa?

Cosas más difíciles se han hecho. El templo de Abu Simbel, en Egipto, fue traslado pieza a pieza durante los años 60. Se hizo con mucho cuidado y todo salió maravillosamente bien. Artísticamente, este templo construido a voluntad de Ramses II, es infinitamente más valioso que el Valle de los Caídos, así que no veo que tengamos que sufrir por hacer lo que les propongo.

Pedro Sánchez
siempre podrá 
decir que ha
cumplido su
promesa en
base al hallazgo
del físico

A Franco, junto con su tumba, se le deja donde está, sin moverlo ni un milímetro, y, día a día, con el esfuerzo de cientos de obreros y una precisa maquinaria, se va desmantelando todo lo que hay alrededor. Un trozo de cruz un día, otro trozo al día siguiente, la base más adelante, y así, paso a paso, adoquín a adoquín, ladrillo a ladrillo, vamos dejando la tumba sola.

El Nuevo Valle de los Caídos, ya sin el dictador, podría ser trasladado a otro lugar, el que sea. Las afueras de Madrid son inmensas. Y Francisco Franco, bajo su lápida, se quedaría solo en mitad de un tremendo vacío en medio del campo.

De esta manera, y con la teoría de Einstein en la mano, Pedro Sánchez podrá decir que ha cumplido su promesa de exhumar a Franco. Si la oposición se pone tonta y le dice que no lo ha hecho, el presidente siempre podrá señalar la teoría de ese joven de 26 años que, a principios del siglo XX, dejó al mundo sorprendido afirmando que no hay puntos de referencia privilegiados respecto a los cuales medir los movimientos relativos.

Nada de ir a ver al Papa y suplicarle cosas que a él le importan un pimiento. La ciencia, como siempre, tenía la respuesta sin que nosotros lo supiéramos.