El nuevo fantasma que recorre europa

¿Es el nacionalismo una traición al patriotismo?

Macron y Merkel se muestran preocupados por el resurgir de los viejos demonios que llevaron a dos guerras mundiales

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Joan Tapia

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El domingo pasado en la conmemoración del centenario del armisticio que puso fin a la primera guerra mundial, el presidente Emmanuel Macron afirmó, ante representantes de 80 países congregados en París, que renacían los viejos demonios del nacionalismo demonios del nacionalismoque llevaron a los dos conflictos mundiales. Y afirmó que el nacionalismo era una traición, una degeneración del patriotismo, el legítimo amor a la patria.

Macron hablaba ante Donald Trump -el presidente del país decisivo en el resultado de las dos grandes guerras del siglo XX-, que ha hecho bandera del nacionalista 'América primero'. Y la cancillera Angela Merkel -representante de la nación entonces vencida- remachó el clavo al declararse inquieta al ver de nuevo atacado el proyecto de paz europeo.

Las amenazas europeas

Pero no es Trump la única preocupación. El nacionalismo disruptivo que quiere romper la Unión Europea -muy distinto del patriotismo francés, alemán o de otros países- está resurgiendo con fuerza. En Francia, Marine Le Pen llegó a la segunda vuelta de las presidenciales culpando a Europa -y a la inmigración- de todos los males. En las elecciones alemanas del 2017, Alternativa por Alemania, partido contrario a Europa y a la inmigración, se convirtió en el tercer grupo parlamentario. En Italia, dos partidos nacionalistas y populistas ocupan desde hace meses el Gobierno.

Pero es en Gran Bretaña donde el nacionalismo, con uniforme euroescéptico, ganó la batalla del 'brexit' en junio del 2016 exigiendo recuperar la soberanía nacional ante la Unión Europea. El 'brexit' no lo ganaron los patriotas que como Winston Churchill, o los  exprimeros ministros, laboristas o conservadores y aún vivos -Tony BlairGordon BrownJohn Major o el propio David Cameron- que gobernaron el Reino Unido, sino los nacionalistas disruptivos que sueñan con una Gran Bretaña soberana. Y estos días vemos como el 'brexit' -que parece que en la práctica será imposible porque el pacto de Theresa May mantiene a Gran Bretaña en la unión aduanera europea y con libertad restringida para legislar-, no solo no ha hecho de Londres una capital más relevante, sino que ha dividido profundamente el país y amenaza con dañar su economía.  

En España, el nacionalismo disruptivo puede consistir en la incapacidad de asumir las diferencias internas

May tiene razón en que el pacto alcanzado es el mejor posible porque todo el mundo admite ya que un 'brexit' sin acuerdo sería una catástrofe y que la marcha atrás exigiría tiempo, otras elecciones o un segundo referéndum y muchos meses más de caos y confusión. Solventes analistas sostienen que el 'brexit' está haciendo mas daño a Gran Bretaña que la rectificación de 1956 de Anthony Eden cuando -aceptando las exigencias de Nasser y la presión norteamericana- tuvo que retirar las tropas que ocuparon el canal de Suez.

Sí, el fantasma que hoy recorre una Europa que digiere la globalización y la salida de la peor crisis desde 1929 no es ya el comunismo de Marx, sino el viejo nacionalismo.

¿Es España inmune a este nacionalismo disruptivo? En apariencia sí, porque ningún partido -pese a las críticas de Podemos a la gobernanza del euro- tiene un discurso antieuropeo. Pero quizá el nacionalismo disruptivo no sea ahora intolerancia con los extranjeros, los judíos, o los protestantes, sino con las diferencias internas.

¿Cuando el PP promovió una gran campaña contra el Estatut -que el parlamento español iba a aprobar- diciendo que rompía España, fue por legítimo patriotismo o por nacionalismo disruptivo contra la Constitución del 78 que habla -con insuficiente pero bastante claridad- de "nacionalidades y regiones"?

¿Cuando el 6 y 7 de septiembre del 2017 una mayoría muy justa -alejada de los dos tercios que el Estatut refrendado por los catalanes exige para cualquier cambio estatutario- votó desconectar de España fue por patriotismo catalán -por amor a Catalunya- o por nacionalismo disruptivo contra España? ¿Es lógico que un patriota diga que habla en nombre de Catalunya y exija como irrenunciable un Estado independiente cuando quienes lo preconizan solo tuvieron el 48% de los votos en las elecciones plebiscitarias del 2015 y saben que así parten a Catalunya en dos mitades?

¿Cuando Pablo Casado convoca una llamada cumbre constitucionalistaPablo Casado excluyendo al PSOE -el único partido vivo que votó la Constitución pues una parte de AP y el propio José María Aznar no lo hicieron- está actuando como un patriota o como un nacionalista disruptivo que quiere ganar votos con la bandera del anticatalanismo?

¿No será que la distinción de Macron ente patriotismo y nacionalismo la tenemos también aquí cuando en los discursos se exige la unidad de España o la irrenunciable independencia de Catalunya?