El Thierry Henry entrenador

Thierry Henry, dirigiendo al Mónaco.

Thierry Henry, dirigiendo al Mónaco. / periodico

AXEL TORRES

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Por su pasado de futbolista elegante y estético, casi el buen gusto convertido en delantero, existía una gran expectación por descubrir cómo sería el Thierry Henry entrenador. Sus primeros resultados con el Mónaco han sido innegablemente negativos: dos empates y cuatro derrotas (las dos últimas, por 0-4 en casa). Sin embargo, es muy pronto para sacar conclusiones: ni este arranque significa que el Henry de los banquillos vaya a ser un desastre ni es sencillo aún determinar qué rasgos estilísticos van a caracterizar su carrera.

De entrada, porque la situación es muy particular. Ya no hablamos de un equipo en descomposición tras su extraña estrategia de vender a sus figuras por mucho dinero y sustituir a los que se fueron por jóvenes promesas mucho más baratas (la gestión del mercado, desde luego, no parece obedecer a criterios puramente deportivos). Nos referimos también al pésimo nivel que están dando los supervivientes del equipo campeón de la Ligue 1 y semifinalista de la Champions en 2017, que en teoría deberían ser los que comandaran al conjunto.

El caso de Falcao es especialmente alarmante, llegando a provocar abucheos en un estadio nada caliente como es el Louis II. Y luego está la plaga de lesiones, que ha llegado a dejar fuera de combate hasta a 15 integrantes de la primera plantilla de manera simultánea, afectando a los principales generadores de creatividad (Golovin, Jovetic, Ronny Lopes). Por todo ello, el mal arranque de Henry debe ponerse en cuarentena y juzgarse con perspectiva.

Diop, la revelación

En cuanto a sistemas, ha alternado entre la línea de cuatro y el dibujo de tres centrales y dos carrileros muy ofensivos que usa la selección belga de Robert Martínez, en cuyo cuerpo técnico Henry fue asistente hasta su fichaje por el Mónaco. En especial, ha insistido en la figura del media punta libre que ocupa una posición intermedia entre el extremo y el segundo delantero por el centro. Ese rol, en el que creció Hazard tanto en el Chelsea como con su equipo nacional, se lo ha entregado a Sofiane Diop, un menudito enganche que el Mónaco fichó del tercer equipo del Rennes en verano apostando fuerte por él pese a saber que en el club bretón no lo consideraban apto ni para el filial.

Diop, que ya empezó a jugar con Leonardo Jardim, está siendo la noticia más positiva de lo que va de temporada en el club del Principado, mostrando un desparpajo y una frescura sorprendentes. Cuesta entender por qué en Rennes le tenían en tan baja estima, por mucho que su estatura jugara en su contra. Es cierto que le falta mejorar en la finalización (aún no ha marcado), pero en todo lo demás apunta a jugador interesantísimo.

Esa apuesta descarada por la juventud es el primer rasgo que se puede identificar en el Henry entrenador. En el choque de Champions ante el Brujas, cuando perdía 0-3 y aún quedaba media hora, decidió hacer debutar a dos adolescentes de 17 años antes que gastar balas con los profesionales que tenía en el banco. La clásica tendencia a pensar en el largo plazo que aprendió de su mentor Arsène Wenger.