Opinión | Editorial

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El callejero también es cosa de mujeres

La escasez de mujeres en el nomenclátor de Barcelona no es más que un reflejo de la exclusión secular

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De la plaza de Sant Jaume a la de Antoni Maura o del Doctor Andreu o de Lesseps, Maragall, Sant Felip Neri, Prat de la Riba, Karl Marx, Baró de Viver… Podemos recorrer Barcelona saltando de calle en calle, de plaza en plaza, saludados por unos nombres esculpidos en mármol en memoria de personajes relevantes. Unos santos, otros militares, filósofos, políticos, médicos, poetas o pintores. Son muy diversas las hazañas cometidas que han llevado a su recuerdo, pero una característica imprime a la mayoría: ser hombres.

Feminizar el espacio público ha sido una de las apuestas del gobierno de Ada Colau. Medidas como mejorar la iluminación de ciertos espacios o aumentar la accesibilidad forman parte de la estrategia, pero también visibilizar a las mujeres que han sido relevantes (aunque no siempre reconocidas) en nuestra historia, incorporándolas al nomenclátor de las calles. La placita de Dolors Palau i Rousa o la calle de Elisabeth Eidenbenz son dos de los espacios que este año han sido bautizados con nombre de mujer. Hay más por impulsar. Aunque la tarea no es fácil. No quedan calles nuevas por nombrar, así que suelen otorgarse a interiores de manzanas del Eixample o a plazas de nueva construcción. El esfuerzo es relevante, la escasez de mujeres en el nomenclátor no es más que un reflejo de la exclusión secular. La reparación de esta omisión es una cuestión de justicia y una respuesta a una sociedad que ya solo se entiende desde la igualdad.