MIRADOR

Desactivar a Puigdemont

Todo el mundo quiere a Puigdemont como bandera pero nadie lo acepta como líder efectivo

Pere Aragonès y Carles Puigdemont

Pere Aragonès y Carles Puigdemont / ACN / TWITTER

Xavier Bru de Sala

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Carles Puigdemont solo le quedan tres opciones: una, convertirse en señuelo electoral de la Crida-PDECat; dos, ponerse al servicio de la ANC-Primàries; y tres, distanciarse de todos y preservarse por si algún día vuelve la unidad. Tarradellismo republicano 2.0.

La primera conlleva ser señalado por la ANC como procesista y neoautonomista. La segunda implica denunciar al PDECat con el argumentario de la ANC. La primera implica bendecir los acuerdos entre el PDECat y la Crida y simular que son obra suya. La segunda implica empujar a los fieles que le queden hacia un proyecto antipartido. La primera y la segunda comportan dejarse arrastrar por dinámicas que no controla.

Elegir entre la primera y la segunda significa que una parte importante de sus admiradores pasen a considerarlo rival electoral, es decir, enemigo político. Mal visto a cambio de no dirigir la opción que elija. La tercera, que es la que le conviene, implica renuncia pública al control: la política interior, para los de dentro; para él la representación exterior.

En síntesis, que todo el mundo quiere a Puigdemont como bandera y nadie lo acepta como líder político efectivo de su opción. La oferta, improvisada e intuitiva, de ponerse entre Oriol Junqueras y Anna Gabriel en las europeas puede significar que se lo está pensando: o unidad a mi alrededor o ya espabilaréis.

El proyecto político de Puigdemont consistía en sumar todas las fuerzas del independentismo bajo su liderazgo. Unificar Crida y PDECat con la bendición de la ANC y poner cerco a ERC. Que el PDECat haya saboteado la Crida desde el primer día y se mantenga firme como partido le trastocó los planes. Por su parte, el rival de los partidos, la ANC-Primàries, está dispuesto a llegar hasta el final sin concesiones. Esquerra sigue impertérrita su camino. La CUP también. Cuatro opciones en vez de tres.

Si la lógica de las alianzas no falla, la Crida será al PDECat como Iniciativa al PSUC. Quienes así lo pretenden cuentan con una experiencia y una inteligencia política muy superior a la de los fichajes del presidente exiliado. La opa de Puigdemont al PDECat ha mutado en opa del PDECat a la Crida.

La 'operación Puigdemont' fue un golpe de mano audaz que solo le podía salir bien si la irrupción de la Crida era fulgurante y se lo llevaba todo por delante como una gran avenida. El PDECat estuvo a punto de ceder, pero al final ha actuado como dique de contención. Les guste o no, los puigdemontistas del Govern y el Parlament están dentro del perímetro que cierra el dique del PDECat.

Peor aún, el Govern y los dos grupos parlamentarios que lo sostienen sin fisuras están perfectamente de acuerdo en una consigna: 'Keep calm and save the Procés'. Todo el mundo habla de la relación entre Puigdemont y Junqueras. Será para no fijarse en la de Quim Torra y Puigdemont, llamada a deteriorarse, si no lo ha hecho ya, por la propia dinámica de un Ejecutivo resignado de facto al autonomismo.

No se trata de discutir si conviene retroceder, sino de constatar que el independentismo político retrocedió hasta la casilla de salida el 21-D. Por mucho que le cueste admitirlo, Puigdemont no lo pudo evitar.