Problemática internacional en torno a Madrid y Pristina

Reconocimiento y compromiso

El conflicto con el COI podría ser un buen momento para replantear y flexibilizar la posición española sobre Kosovo

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Ruth Ferrero-Turrión

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Durante los últimos días las noticias en relación con el no reconocimiento de Kosovo por parte de España han vuelto a hacer su aparición en los medios de comunicación. La excusa ha sido la celebración de los Mundiales de kárate en Madrid. Los deportistas kosovares no pudieron portar su bandera, ni tampoco la bandera de su federación olímpica, algo que sí había sucedido en los Juegos Mediterráneos del pasado verano. Además, sus visados de entrada en la UE habían sido emitidos por Francia. Esto ha sido visto por las autoridades olímpicas como una ruptura de la resolución de las Naciones Unidas, de la cual España es firmante, en la que se establece la autonomía deportiva por encima de cuestiones políticas.  El COI ha amenazado a España COI con lanzar una llamada al resto de federaciones internacionales para prohibir la celebración de eventos internacionales. Esto pondría en riesgo la celebración, entre otros, de los JJOO de Invierno, previstos para el año 2030.

Toque de alerta en un periodo decisivo

Curiosamente, la llamada de atención del COI coincide con varios hechos. El primero, la luz verde otorgada por la Comisión LIBE del Parlamento Europeo en septiembre para terminar con el régimen de visados a Pristina; el segundo, las declaraciones realizadas el pasado 9 de noviembre por el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, David McAllister y potencial sucesor de Angela Merkel en la CDU, en donde defendía la liberalización de visados para Kosovo. Y el tercero, el debate sobre la "corrección" de las fronteras entre Serbia y Kosovo. Y todo ello, en el décimo aniversario de la independencia kosovar y en el año en el que se han comenzado a ver unas nuevas perspectivas europeas para los Balcanes occidentales, no parece una coincidencia.

Es cierto que del grupo de países no reconocedores, ha sido España el país que ha adoptado una posición más dura en relación con Kosovo. A pesar del no reconocimiento, algunos de estos países han realizado gestos hacia los ciudadanos kosovares que les han facilitado la vida, como  en los casos de Grecia o, incluso, Rusia. Pensemos que no existe ni una pequeña delegación consular española en territorio kosovar y todos los trámites diplomáticos se gestionan a través de la embajada de Skopje. Y en el caso de las solicitudes de visados, cuando se conceden, se realizan bajo la fórmula de 'hoja aparte'. Según la información transmitida por el ministerio de Exteriores, no ha habido impedimentos para la emisión de los visados, simplemente los deportistas no se han desplazado unos 100 km, dos horas por carretera, entre Pristina a la capital macedonia.

Sin negar la rigidez de la política española hacia Kosovo, parece excesiva la presión a la que las autoridades españolas están siendo sometidas en estos días. En todo caso, este podría ser un buen momento para replantear la posición española. Una mayor flexibilidad y compromiso en las relaciones bilaterales con Kosovo, no implicaría un reconocimiento de la estatalidad, y mostraría un poco más de 'seny' y menos 'rauxa' en el devenir de la política exterior española.