ANÁLISIS

Una pizca del futuro sin Messi

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Antonio Bigatà

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Toca volver a hacer el ejercicio colectivo de elegir entre ganar al Viktoria Pilsen por 0-5 con un juego  irregular en el que la única gran ilusión blanca era que el encabritado Vinicius marcase un gol que esta vez no fuese de miserable rebote, o elegir empatar a uno en campo de un solvente Inter mereciendo ganar y dando algunos nuevos pequeños pasos adelante en la construcción de un equipo más sólido y comprometido.

Toca escoger. Hay que hacerlo porque en muchos momentos el entorno mediático hipercrítico barcelonista parece creer más en la propaganda falaz que nos tiran por encima a propósito de la muy laureada victoria madridista en Melilla que lo que puede ver con sus propios ojos en los encuentros del Barça. O acepta las mentiras piadosas sobre un puntual reencuentro del Real con el gol para levantar artificialmente la derrumbada moral del 'florentinato' y ocultar de paso la notable resistencia de los materiales del Barça en la prueba de esfuerzo que acaba de hacer sin Messi.

El sangriento Sergio Ramos

Todo vale, además, para intentar que olvidemos o que pensamos sobre el tantas veces sangriento de Sergio Ramos, ahora ya antideportivo hasta en los encuentros intrascendentes, cuando lo el asco es compartido cada vez por más centenares de miles de buenos aficionados al fútbol de todo tipo de países. Pero ni su club lo sancione, ni la selección lo jubila, ni la prensa adicta madridista le lanza un rotundo basta ya.

En el Barça quizá sería demasiado decir que estos días sin Messi hemos empezado a entrever que cuando se produzca el temido 'Hecho Sucesorio' todos perderemos algo grandioso que ha alegrado nuestras vidas durante estos años de gloria, pero puede haber -aunque sea diferente- vida.  Han sido varios partidos serios con bastantes indicios. No está mal que de vez en cuando el Barça tenga que ensayar soluciones para resolver los problemas psicológicos y tácticos que le plantean ahora unas ausencias que son todavía puntuales. Por lo que estamos viendo, el Gran Adversario de entrada lleva bastante peor la ausencia de Cristiano y ni siquiera parece ser consciente de que debe cambiar de sistema de juego y de protagonistas. En cambio para el Barça la cuestión futura consistirá básicamente en profundizar en su propio ADN de siempre, ya que Messi, construido en la cantera, nunca ha sido ningún pegote introducido en las esencias del fútbol que siempre ha querido desarrollar el barcelonismo.

Atención, además, a varias cosas que gravitan actualmente, y bastante bien, sobre el Barça. Algunas son simples posibilidades, como la de que Malcom espabile o sustituya a Dembelé tras partidos como el Milan, como que Arthur redondee todavía más su papel de hombre-cintura en los movimientos de defensa y ataque, como que Arturo Vidal  vaya aportando 'in crescendo' la fuerza y la técnica que tanto necesita en muchas ocasiones el conjunto, o como que Lenglet siga confirmando que este club resolverá los problemas de centrales durante bastante tiempo...

Inmensas tonterías, Luis Enrique y Lopetegui

También en clave barcelonista, pero no sólo en ella, hay que decir que Luis Enrique ha culminado su  jugada de verdadero tonto. Le vaya como le vaya, su sectarismo infantil y su falta de madurez ya quedan ahí para siempre porque todos hemos podido apreciarlos en relación a su manía irracional hacia Jordi Alba. Posiblemente al final ha tenido un reflejo de miedo a estar haciéndola demasiado gorda y con consecuencias imprevisibles en su contra si se repiten malos resultados. Debe confiar en que tragaremos por aquello de que rectificar es de sabios, pero es una teoría ya muy superada. Lo que es de sabios es no tener que rectificar, y sobre todo no tener que rectificar inmensas tonterías. Los mínimamente sabios no las cometen, su antecesor Lopetegui, sin ir más lejos, y él mismo, si.