Dos miradas

Fugacidad

¿Sabía Elisa Isoardi que su fotografía amorosa serviría, meses después, para dejar constancia de la rotura sentimental con Matteo Salvini?

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Josep Maria Fonalleras

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Hay selfis que nos hacemos para dejar constancia de que estábamos allí o para inmortalizar (siempre se dice eso, aunque sean perecederos) un momento significativo de nuestras vidas. También están las fotografías que nos hacemos porque nos aburrimos. Y las que hacemos para que los demás, que se aburren, vean de qué clase de felicidad disfrutamos. Lo dice Íngrid Guardiola en su espléndido ensayo 'L’ull i la navalla', editado por Arcadia: "La imagen ya no es magnética por el aura que desprende ni por su fuerza semántica, alegórica y discursiva, sino por la cantidad de gente que atrae a su alrededor". Aún quedan las fotografías recluidas en el ámbito privado, pero cada vez más tenemos la necesidad de hacerlas públicas. Incluso estas, las más íntimas. Uno de los últimos casos es el de la rotura de Elisa Isoardi con su pareja, el ultraderechista y xenófobo Matteo Salvini. Hace saber que ya no son novios con una cita poética ("echaré de menos lo que nos podríamos haber dado") que ilustra un selfi que ella se hizo en la cama, junto a un Salvini desnudo, mientras él dormía e Isoardi, con un albornoz blanco, dejaba constancia de aquel instante de placidez.

La pregunta es: ¿ella sabía que aquella fotografía amorosa serviría, meses después, para dejar constancia de la rotura sentimental? Es una nueva posibilidad: prever no la eternidad del instante sino la fugacidad futura. Y que lo sepa mucha gente, eso siempre.