Menos apoyo para Trump

Es una buena noticia que los estadounidenses hayan votado por un reparto más equilibrado del poder

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Josep Borrell

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Los reciente comicios celebrados en Estados Unidos para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado constituyen un revés para el presidente Donald Trump, pues el Partido Demócrata toma el control de la primera, tras ocho años de una mayoría republicana que obstaculizó desde el primer momento la agenda progresista del presidente Barack Obama a partir del 2010.

Los republicanos podrán decir que mantienen el Senado o incluso amplían su mayoría en el mismo, pero esto era esperado ya que defendían muchos menos escaños en esta cámara que los demócratas, los cuales en cambio ahora ganan un asiento en la mesa del poder en Washington, como dice 'The Washington Post'.  A partir de enero del 2019, cuando tomen posesión los nuevos parlamentarios, será más fácil vetar las ideas de Trump e incluso investigarlo.

Una pérdida de escaños habitual

Si bien es cierto los partidos de los presidentes suelen sufrir siempre pérdidas de escaños en las primeras elecciones de mitad de mandato tras su toma de posesión (ya le pasó a Obama, de manera muy sonada) hay que tener en cuenta que esta derrota es muy significativa por varias razones.

En primer lugar, al renovarse completamente los 435 miembros de la Cámara de Representantes, esta elección es la que capta realmente el estado de ánimo del país, frente al Senado que solo se renueva en una tercera parte, y en este caso la mayoría de los escaños en juego estaba en manos de demócratas (26 de 33), por lo que era más fácil para el Partido Republicano mantenerse en el poder en la cámara alta.

Es una buena noticia que los estadounidenses hayan votado por un reparto más equilibrado del poder

Además, ha habido una alta participación, de casi el 50% del censo, y que es cinco puntos porcentuales por encima de lo habitual en una votación en la que no se elige también al presidente, lo que parece indicar que ha habido una fuerte movilización del electorado progresista, lo que no fue el caso durante las elecciones presidenciales del 2016.

En segundo lugar, Trump se había implicado a fondo en la campaña electoral, multiplicando sus mítines por toda la nación y los mensajes en redes sociales. Ha agitado una vez más el rechazo al inmigrante, aprovechando la marcha de la caravana centroamericana en dirección norte, llegando a hablar de invasión y desplegando a cinco mil militares en la frontera, y con una economía en fuerte expansión y la tasa de desempleo más bajo desde los años 70. Es decir, teóricamente el presidente lo tenía todo a favor, la actualidad informativa y la economía.

Algunos elementos cualitativos del resultado electoral son también relevantes. El Congreso va a tener más mujeres que nunca, y va a ser el más diverso desde el punto de vista religioso y étnico, reflejo de la pluralidad de la sociedad norteamericana, en la que el único grupo en el que prevalece Trump es el de los hombres blancos. Por primera vez, y frente al extendido prejuicio contra el islam, habrá dos representantes de confesión musulmana. También se ha elegido el primer gobernador abiertamente homosexual.

¿Qué supone en la práctica este resultado electoral para Estados Unidos y para el resto el mundo?

La victoria demócrata en la Cámara de Representantes supondrá sin duda un freno, quizá definitivo, a algunas de las iniciativas más conocidas (y rompedoras) de Trump, como la construcción del famoso muro con México y la derogación total de la reforma sanitaria de Obama, si bien estos proyectos tampoco estaban avanzando con un Parlamento dominado, hasta ahora, por el partido del presidente. Hay que tener en cuenta que las leyes para ser aprobadas requieren disponer de una mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Moderar la agresividad

También es posible que el presidente decida trabajar con la oposición y moderar los puntos más agresivos de su agenda, incluyendo la política internacional. Lo cierto es que la gobernanza mundial se resiente sin una participación activa y constructiva de la gran potencia atlántica, en materias tan importantes como el comercio internacional o la seguridad, el cambio climático, y las políticas de desarme.

En todo caso, para España y Europa, Estados Unidos es un aliado y un amigo secular, a pesar del distanciamiento operado desde el inicio de la presidencia de Trump. Por ello, seguimos queriendo trabajar juntos en el mundo por los valores que compartimos, como la libertad y la democracia, impulsar nuestras ya muy intensas relaciones comerciales, y proteger nuestros intereses estratégicos. Pero es una buena noticia que los estadounidenses hayan mirado a la izquierda, y votado por un reparto más equilibrado del poder político en el país norteamericano.