Dos miradas

Banderas y risas

Utilizar la política de la provocación y la gestualidad y, encima, envolverla con banderas es sembrar la convivencia de ortigas. Y así se acaban las risas

Imagen del polémico sketch de Dani Mateo en 'El Intermedio'

Imagen del polémico sketch de Dani Mateo en 'El Intermedio'

Emma Riverola

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Llevamos unos días con la última tontería nacional: el revuelo causado por Dani Mateo al sonarse en una bandera española en un 'sketch' del programa ‘El intermedio’. La primera evidencia es que el sentido del humor ha pasado a ser una especie en vía de extinción. No es el cambio climático, es la mala leche acumulada por las diversas exaltaciones nacionalistas con tendencia a despreciar las identidades ajenas. La segunda evidencia es la tozudez humana en meternos en el mismo laberinto una y otra vez. Ya deberíamos saber que el minotauro no es fácil de ganar.

Pero así estamos. Tirando piedras a un cómico. Estuvo bien que Toni Soler se solidarizara con Mateo y se sonara con una 'senyera'. Queda la duda de saber qué hubiera pasado si el chiste no hubiera sido una réplica a la cerrazón hispánica y hubiera surgido por generación espontánea eligiendo la ‘estelada’ como clínex. En cualquier caso, además de exclamarnos por los hinchas de la rojigualda, también podríamos reflexionar sobre si la decisión de algunos alcaldes de colocar ‘estelades’ en lugares públicos o el juego del PP de animar a ver quién la pone más grande es lo más apropiado para mantener el sentido común, para evitar que algunos se crean los amos de la tierra y otros sientan el despecho del ninguneado. Utilizar la política de la provocación y la gestualidad y, encima, envolverla con banderas es sembrar la convivencia de ortigas. Y así se acaban las risas.