Opinión | EDITORIAL

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La reventa de entradas del Barça

El pago del abono no supone tan solo unos derechos del socio, sino también una responsabilidad

Mosaico en la grada del Camp Nou antes del comienzo  del partido de liga entre el FC Barcelona y el Real Madrid.

Mosaico en la grada del Camp Nou antes del comienzo del partido de liga entre el FC Barcelona y el Real Madrid. / periodico

La modernidad  y la digitalización de la economía también han cambiado el negocio de la reventa.el negocio de la reventa. Las mafias, como se las califica desde la Junta del Fútbol Club Barcelona, actúan a lo grande, en el contexto de la falsificación de entradas de grandes espectáculos deportivos y musicales, con métodos muy sofisticados. En la redada anterior al último Barça-Madrid, la Guardia Civil detuvo a siete personas y practicó 12 registros en empresas de Barcelona. El número de entradas confiscadas por la Benemérita se encuentra bajo secreto de sumario; en la operación del Clásico del 2017, el club confiscó 2.822 papeletas, la mayoría vendidas a turistas. Atraídos por la fascinación que genera el Barça, convertido en un icono mundial, los turistas son un objetivo muy apetecible dado que están dispuestos a pagar un precio por encima de mercado para satisfacer la ilusión de ver un partido en el Camp Nou. El club estima que, solo en el Barça-Madrid de la semana pasada, el perjuicio económico ascendió a un millón y medio de euros.

La junta de Josep Maria Bartomeu ha convertido la lucha contra las mafias de las reventas en un tema prioritario de su mandato. Las medidas de control y, sobre todo, las punitivas han creado polémica en parte de la masa social (una minoría, según los datos del propio club), debido a la polémica decisión de expulsar o suspender a socios implicados en la reventa. Hay una causa judicial en marcha, aunque desde el Barça se insiste en que el objetivo no son los socios que hacen negocio de forma puntual con su carnet (aunque para ello ya exista la figura del 'seient lliure'), sino las empresas que se enriquecen con la compra masiva de abonos que después revenden a precios estratosféricos.

Es elogiable que el Barça haya emprendido la difícil tarea de combatir de forma decidida la reventa masiva de entradas. El club azulgrana tiene a gala ser propiedad de sus socios en un mercado futbolístico dominado por jeques, grupos de inversión y tiburones de las finanzas. En este sentido, el pago del abono no supone tan solo unos derechos (legítimos y que deben respetarse) del socio, sino también una responsabilidad. El club debe, por supuesto, velar por los derechos de los socios, y evitar decisiones que los lesionen, pero hace bien en mostrarse inflexible con quienes cruzan la línea roja del delito.