Reestrenos vecinales

Precio, una oferta diferenciada y, sobre todo, la ilusión de resucitar el alma de los antiguos cines. No compiten con las cadenas multisalas, no temen a los canales de pago como Netflix o HBO. Ellos cautivan con la proximidad y son acogidos con un sentimiento muy parecido al cariño. De los 136 cines abiertos en Catalunya, 47 forman parte de cadenas multinacionales, unos 40 son financiados por las arcas públicas y los restantes exploran fórmulas para pervivir.

El voluntariado de Cinebaix en Sant Feliu de Llobregat y del Kursaal de Penelles (Lleida), el cooperativismo del Zumzeig o el dinamismo en las redes de La Calàndria en el Masnou son algunos de los ejemplos de esta voluntad vecinal empeñada en mantener o resucitar esos cines únicos, irrepetibles, con personalidad propia porque forman parte de la memoria del lugar. Toda una excepción a la triste dinámica del mercado que, en los últimos años, ha llevado al cierre de salas emblemáticas.  

Grandes dosis de pasión por el cine y compromiso con la vida social marcan a los promotores de los nuevos/viejos cines. Son iniciativas culturales, también sociales, que a pesar de sus escasos recursos y sus ámbitos reducidos destilan optimismo y originalidad. Sus propuestas abren camino porque, sin despreciar los productos más comerciales, buscan fórmulas que resulten atractivas sin caer en las carteleras uniformes de la mayoría de las salas. Ideas nuevas para mantener viva la magia de la gran pantalla.