ANÁLISIS

Inventar más Rambles

Recreaciones por ordenador de cómo quedará la Rambla según el proyecto de reforma presentado por el Ayuntamiento de Barcelona

Recreaciones por ordenador de cómo quedará la Rambla según el proyecto de reforma presentado por el Ayuntamiento de Barcelona / periodico

Maria Rubert

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Por debajo de la Rambla circula el metro, por sus  arroyos circularon los primeros tranvías de Barcelona. Es muy buena noticia que en la urbanización prevista sigan los autobuses y puedan discurrir ingenios futuros: es la espina dorsal de Barcelona. Circular es y va a ser en el futuro algo más variado y complejo que la distinción peatón/coche del s XX. Una calle totalmente peatonal es una calle parcialmente muerta. Que circulen, de manera educada, vehículos por la Rambla es la garantía de que es una vía con futuro. Las paradas de metro y de autobuses, tranvías, taxis, etc. son los elementos que más atención deberían tener en el nuevo diseño.

La Rambla está invadida actualmente por unos chiringuitos grandullones que venden artículos insólitos: imanes , turrones, entradas para espectáculos, objetos de cristal y un sinfín de productos teóricamente artesanales. Ocupan mucho espacio en el lugar más concurrido de Barcelona. La situación se ha ido volviendo  dramática con la sobreocupación de mesas, atriles, pizarras y expositores, que transforma el antiguo 'areny de còdols' -cauce de cantos rodados- fuera murallas, en un vertedero de trivialidades.

La Rambla es una calle que vibra y toma el pulso a Barcelona, la calle con mayor capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. No ha sido nunca una vía monumental, ni una gran avenida. El discurrir de las aguas ha consolidado la forma sinuosa del trazado que encaja edificios de interés desigual. 

La solución a la sobrepresión comporta,  como se propone, limpiar de obstáculos, ampliar el espacio para el paseo y contar con la complicidad de calles transversales.

Organizar una solución más directa con el mar en su final deltaico es probablemente más complicado. Pero quizás para despresurizarla podríamos inventar nuevas Ramblas, especializando su actividad. La primera, hacia levante, podría ser Rambla de Marina en Bellvitge, un espacio moderno con terrazas de buenos bares entre bloques, principal paseo de l’Hospitalet.  El paseo de la Zona Franca podría ser la Rambla que recogiera a los cruceristas para dirigirlos a sus múltiples destinos  en Barcelona.  El Paral·lel puede volver a lucir como avenida del espectáculo del mismo modo que en los años 30, enlazando con la calle de Sants, una recta espléndida flanqueada por plátanos e interrumpida por la plaza de España. Las aceras ampliadas de Via Laietana pueden transformar esa vía noucentista en una vértebra de cohesión de Ciutat Vella. El paseo de Sant Joan, de urbanización reciente, ya funciona como una Rambla. Marina, más hacia poniente, podría ordenar el flujo de turistas desde la Vila Olímpica hasta la Sagrada Familia. La Rambla del Poblenou, en una calle convencional de 20 metros, es un ejemplo de Rambla perfecto. Más alla, Rambla Prim, que también alberga buenos bares y terrazas, o la avenida de Sant Ramon de Penyafort entre la Mina y Sudoeste del Besòs… hasta el gran eje verde que está consolidándose como el  nuevo espacio de ocio del Río .