ANÁLISIS

Solari y Vinicius

La alianza del nuevo entrenador del Madrid con el delantero brasileño con el que no contó Lopetegui

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Mónica Marchante

Mónica Marchante

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Necesitaba el Real Madrid una esperanza a la que agarrarse, una buena noticia de la que colgarse,  tras una semana sumido en una depresión que acabó con el despido (cantado desde hace semanas) de Julen Lopetegui en un comunicado sin precedentes en la historia del club.

La ilusión se llama Vinicius. Viéndole frente al Melilla los 90 minutos, cuesta trabajo creer que no haya tenido minutos antes. Y cuesta creerlo por dos razones. Primero por la escasez arriba que ha mostrado el Real Madrid desde que saliera Cristiano, y segundo, por la evidente necesidad que han mostrado los titularísimos como Bale, Benzema o incluso Asensio de sentir la presión por detrás de alguien que les pudiera mover la silla.

Motivo para la ilusión y la esperanza

Un agitador, como resultó su juego en Melilla. Sin hacer gol (que estuvo a punto) hizo jugar al equipo y su alegría y vistosidad tuvieron un efecto contagioso sobre los hasta ahora adormecidos jugadores blancos. Sembró el campo de regates, desbordes, centros de rabona, caños o taconazos. Velocidad con el balón pegado a sus botas, como buen jugador de futbol sala que fue. Un deleite para los ojos del aficionado blanco, y para quienes recibieron el balón de sus pies y solo tuvieron que empujarlo.

Tan evidente es que el Melilla (2ªB) no es un rival con quien medir realmente a Vinicius, como que no se puede negar que el Real Madrid tiene un motivo con él para la ilusión y la esperanza.

No, no se trata de que un joven de 18 años que ha jugado dos ratitos en Primera vaya a sacar ahora al Madrid de su grave crisis él solito y se vaya a convertir en el nuevo Cristiano. No será tan fácil.

Pero visto el acomodamiento general de la plantilla blanca durante la etapa de Lopetegui al frente del equipo, bueno parece darle minutos a un jugador en el que el club ha invertido 60 millones de euros y que ha demostrado tener más sangre en las venas que el resto de los delanteros juntos. O “cojones”, que diría Solari.

Qué curioso. Llegó Lopetegui al club avalado por los internacionales blancos de la selección. En su puesta de largo en Tallín, frente al Atlético en la Supercopa de Europa, cayó sin darle un minuto a Vinicius. En el palco no se entendió. Menos aún que el club recurriera la sanción de 'Vini' Julen le dejase en la grada del Camp Nou. Entre uno y otro partido solo jugó dos ratos frente a Alavés y Atlético de Madrid. Lopetegui murió siendo fiel a sus jugadores y ajusticiado vía comunicado por el club.

La elección de Solari es estratégica. Hombre de club que ha guiado los pasos de Vinicius en el Castilla. Y que sabe lo que debe hacer. La gestión de ese vestuario requiere algo más que cojones. Pero siempre es más fácil sacarlos con el jefe a favor. Que pase Vinicius...