IDEAS

El viernes se estrena una de Orson Welles

John Huston, Orson Welles y Peter Bogdanovich, en 'Al otro lado del viento'

John Huston, Orson Welles y Peter Bogdanovich, en 'Al otro lado del viento'

Desirée de Fez

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En medio de este cambio acelerado y radical de escenario, ¿cómo recibimos una película póstuma? Netflix estrena este viernes, 48 años después de que se empezara a rodar, Al otro lado del viento, una de las películas que Orson Welles dejó sin acabar a su muerte. Lo de las obras póstumas, sobre todo cuando se sabe que la aportación de los que recogen el testigo es grande, siempre es complicado. Más aun si ven la luz mucho tiempo y muchas batallas después. Siempre hay mil preguntas y recelos sobre la autoría, incluso, como en este caso, cuando el proceso de rescate está documentado con detalle y rigor (lean How Orson Welles’s 'The other side of the wind' was rescued from oblivion, el artículo de Alex Ross para The New Yorker). ¿Qué hay realmente de su autor en una película póstuma? ¿Sigue siendo su único autor o es un trabajo coral? ¿Cuánto hay de verdad y cuánto de simulacro en esas obras? ¿Tiene sentido jugar a ser Dios y acabar lo que el destino, las malas decisiones, la vida o lo que fuera se empeñaron en boicotear?

¿Es posible en el 2018 abstraerse del exceso de ruido, información y desinformación y encontrar a Welles en su película, llegar a la esencia de la obra?

Hasta hace nada, habría pensado que esos interrogantes se desvanecerían al enfrentarme a la película, que la posibilidad milagrosa de ver algo inédito de Welles tumbaría todas las preguntas. Ahora, aunque me entristece que sea así, tengo mis dudas. Sería muy cretina si no aplaudiera la titánica operación de rescate de Al otro lado del viento, y aún lo sería más si no celebrara su llegada a Netflix. ¡Por Dios, se estrena una película de Orson Welles!

Pero, en poco tiempo, han entrado en juego factores que, por paradójico que resulte, a la vez que posibilitan las cosas, las complican. Y está bien, y es parte de esta maravillosa locura. A día de hoy, lo sabemos todo sobre Al otro lado del viento, y la veremos este viernes sin problemas. Es lo máximo. Pero, no puedo evitar preguntarme si la facilidad de acceso y el exceso de información condicionarán nuestra recepción. ¿Somos realmente conscientes de lo valioso que es que se estrene Al otro lado del viento? ¿Es posible en el 2018 abstraerse del exceso de ruido, información y desinformación y encontrar a Welles en su película, llegar a la esencia de la obra? El viernes es un (gran) día para averiguarlo.