Contra la comunidad internacional

En tiempos de crisis, los Estados tienden a refugiarse en sus atribuciones de soberanía para no contraer ninguna obligación internacional vinculante

Un grupo de inmigrantes cruza el río Suchiate en unos neumáticos.

Un grupo de inmigrantes cruza el río Suchiate en unos neumáticos. / periodico

Pere Vilanova

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La reciente decisión del Gobierno austríaco de retirarse del llamado pacto migratorio de Naciones Unidas dispara en varias direcciones a la vez, pero conviene explicar bien que sobre todo tiene poco que ver con Naciones Unidas. Bien, simbólicamente quizá un poco, pero en la práctica va de otra cosa. Ante todo es una toma de posición radicalmente nacional-estatalista en relación a un tema que agita a las opiniones públicas nuestros países. Es un recordatorio de que, en tiempos de crisis, los Estados tienden a refugiarse en sus atribuciones de soberanía para no contraer ninguna obligación internacional vinculante y de carácter permanente. La prueba es que desde el estallido de las migraciones (que llegaron a Europa) a partir del 2015, los países miembros de la Unión Europea (UE) se han dedicado de modo bastante recurrente a no contraer muchas más obligaciones en la materia, y a incumplir discretamente las ya contraídas.

Italia, cuyo Gobierno nos resulta abiertamente racista y provocador, se queja -con razón- de que en poco tiempo Francia ha devuelto “en caliente” más de 30.000 personas inmigrantes hacia el lado italiano de la frontera entre ambos países.  En síntesis, si los Gobiernos de la mayoría de países dela UE procuran “avanzar lentamente hacia atrás”, ya sabemos que hay unos cuantos que se han quitado los guantes, blindando fronteras, poniendo alambradas y dejando a varios miles de refugiados por ejemplo en la bolsa de Lesbos (Grecia) porque  … legalmente… bueno, ya nadie se acuerda muy bien por qué razón. Pero allí están.

Y si la UE, una organización que ha ido más lejos que ninguna otra organización internacional en materia de obligaciones vinculantes en toda una serie de instituciones y de políticas públicas, no ha podido lidiar con el problema migratorio, ¿por qué debería poder hacerlo Naciones Unidas? Como dice la propia web de la ONU:

“En la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes, adoptada en septiembre del 2016, la Asamblea General decidió desarrollar un pacto mundial para establecer una migración segura, ordenada y regular. El proceso para desarrollar este pacto mundial sobre migración empezó en abril de 2017. En 2018, la Asamblea General celebrará una conferencia intergubernamental sobre migración internacional con vistas a adoptar ese pacto mundial”. Las decisiones de la Asamblea General no son vinculantes jurídicamente, y al final se decide… ¡nombrar un Representante Especial de Naciones Unidas para las Migraciones! Nada menos.

Es decir que el gesto del Gobierno de Austria no es otro que el de sumarse a la línea descarada y desacomplejada de los Trump, Orban y compañía de debilitar y “desconstruir” paso a paso pero sin titubeos todo atisbo de comunidad internacional emergente, contra toda forma de instituciones y de obligaciones vinculantes con carácter permanente. Como hemos visto con preocupación en Brasil, lo esencial es ganar las elecciones, llegar al gobierno del Estado, y todo ello sin golpes de Estado pero con apoyos crecientes de la opinión pública.