Dos miradas

Brasil y el macho

Frente a los salvadores de la testosterona y del odio, el feminismo es la única ideología política actual con discurso, potencia, movilización y capacidad para tejer alianzas e insuflar aire a la izquierda

Emma Riverola

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La ultraderecha ha ganado Brasil. Ya tiene su bastión en América Latina, como ya los está levantando en Europa, como ya lo ha alzado en los EEUU de Trump. El mundo avanza inexorablemente en el campo de la ciencia y la tecnología mientras elige envolverse de nuevo en la oscuridad ideológica. El odio como moneda de cambio de una falsa protección. En Brasil ha ganado el odio a las mujeres, a los negros, a los homosexuales, a los indígenas, a las víctimas de la dictadura… ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La ultraderecha se alimenta de los desamparados de la política y de unas élites que aspiran al poder absoluto y a machacar cualquier amenaza. La socialdemocracia está pagando muy caras sus contradicciones, su desconexión de los movimientos sociales y sus concesiones al neoliberalismo. El descrédito se ha extendido a toda la clase política, por méritos propios y, también, por la capacidad de las redes sociales de convertirse en armas del pensamiento único (con poco pensamiento y muchas falsedades). Pero ese desfile de machos alfa blancos –Bolsonaro, Trump, Putin, Salvini, Abascal…- tampoco se entendería sin el auge revolucionario del feminismo.  Frente a los salvadores de la testosterona y del odio, el feminismo es la única ideología política actual con discurso, potencia, movilización y capacidad para tejer alianzas e insuflar aire a la izquierda. Ahora, más que nunca, o feminismo… o barbarie.