Victoria del candidato ultra en Brasil
América Latina: cambio de ciclo
Bolsonaro abandera en los países de la zona la ola de gobiernos de derechas que no disimulan su condición ni su ideología
Salvador Martí Puig
Catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Girona
Salvador Martí Puig
A inicios del siglo XXI se sucedieron en casi toda América Latina la llegada al poder de gobiernos de izquierda y a ese fenómeno -sin precedentes desde la reinstauración de las democracias- se le bautizó como la "ola rosa". No se le llamó 'roja' porque entre los nuevos gobiernos progresistas había de todo: desde socialdemócratas moderados hasta quienes se proclamaban marxistas. Hoy esto ya es historia. En la región solo quedan gobiernos que se llamen de izquierda en Uruguay, en México –que siempre obedece a dinámicas contra-cíclicas-, en Venezuela (en colapso), en Nicaragua (en plena involución), Bolivia (donde Evo Morales parece eternizarse), en Costa Rica (si bien el Gobierno ya está empezando a aplicar políticas neoliberales) y en El Salvador, donde pronto se celebrarán elecciones y el candidato continuista tiene muy pocas posibilidades de ganar.
La nueva derecha
del continente se jacta sin ningún remordimiento de los oscuros años de los regímenes militares
Así las cosas está claro que en la región ha llegado otra ola: la de los gobiernos de derechas que no disimulan su condición ni su ideología. La elección el pasado domingo de Jair Bolsonaro es la puntilla que afianza el fenómeno. Junto con Brasil, Chile, Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador (donde el candidato mutó), Colombia, Panamá, Honduras y Guatemala tienen gobiernos que impulsan políticas neoliberales, hacen recortes a los servicios públicos, abanderan discursos de mano dura y no respetan los contrapesos institucionales en nombre de la eficacia y la celeridad.
Lo que está aconteciendo en la actualidad parece un 'viaje en el tiempo', pero no lo es. La derecha (y centroderecha) que llegó al poder durante los años 80 y 90 en América Latina, en general, proclamaba los ideales liberales y demócratacristianos, y era respetuosa (como mínimo verbalmente) de las instituciones y de las garantías a los derechos humanos, porque en el pasado inmediato sus sociedades habían experimentado el horror y la crueldad de los regímenes dictatoriales que habían ejercido el poder despóticamente y habían encarcelado, secuestrado, torturado y desaparecido a ciudadanos. Hoy la 'nueva derecha', cuyo abanderado es Bolsonaro no tiene ningún remordimiento por lo acontecido en América Latina durante los oscuros años de los regímenes militares, al contrario, se jactan de ellos.
El discurso que ha hilvanado Bolsonaro a lo largo de su campaña electoral ha sido una enciclopedia de lo políticamente incorrecto. Además del insulto a los adversarios políticos y el menosprecio a las instituciones democráticas, en sus proclamas han desfilado argumentos racistas, machistas y homófobos; y todo ello aliñado con recurrentes apologías al terrorismo (de Estado, claro) y a la aporofobia. En esta nueva era parece que la promesa de "mano dura" contra el crimen y de "eficientismo" es un atractivo para electores pobres y ricos. Es la victoria de populismo zafio, punitivo y vengativo. Quizá tiene lógica en el continente más desigual del planeta (donde todo el mundo quiere conservar lo que tiene, sea poco o mucho), pero esta lógica tiene un futuro aterrador. A pesar de que lo que he relatado no solo acontece en América Latina.
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