Contrapunto

Rato y Lesmes, o pedir perdón tarde

La mala gestión del algunos dirigentes perjudica a la imagen de la justicia y de la banca

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Salvador Sabrià

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En el 2012, el rey Juan Carlos hizo famosa una frase en la que pedía disculpas por haber participado en la caza de elefantes en Botsuana: “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Efectivamente, a los animales que mataron en aquel safari ya no podrán volver a dispararles. Es lo que pasa cuando se pide perdón tarde y con un compromiso de no reincidir en el error cuando ya no es posible tampoco repetirlo. La cita viene a cuento porque esta semana ha habido dos nuevas peticiones de perdón a la sociedad por parte de distinguidas y altas autoridades y exautoridades del Estado. Nada más y nada menos que el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, la  máxima autoridad judicial del país, pedía “disculpas” a todos los ciudadanos que se hayan sentido perjudicados por la “deficiente gestión” de la sentencia que atribuye el pago del impuesto de las hipotecas a los bancos y no a los hipotecados, cambiando el criterio vigente desde 1995.

Lesmes reconocía que, con la posterior convocatoria de un pleno de la sala de lo Contencioso-Administrativo del Supremo para analizar las consecuencias del fallo, se había generado un clima de desconfianza hacia el alto tribunal. Pero, como en el caso del safari de los elefantes, el mal ya está hecho y la confianza será muy difícil recuperarla. Sobre todo porque detrás de todo este embrollo aparece de nuevo la banca, ya sea como perjudicada o beneficiada. Aunque, aparentemente, no tenga nada que ver ni con la forma cómo se elaboró el reglamento que ahora se ha considerado ilegal, ni con la decisión de eliminarlo y sus consecuencias.

A los bancos, lo mejor que podría sucederles sería que en el pleno de los magistrados del 5 de noviembre se decida que, si se admite el cambio de jurisprudencia, este se aplique solo a partir de la sentencia. La banca se convertiría así solo en el recaudador del impuesto de las hipotecas, porque lo acabaría recuperando de una forma u otra cargándolo en el coste del préstamo. Lo peor para las entidades bancarias sería que se le aplicase la misma retroactividad como si se tratase de una cláusula abusiva, es decir, desde el primer momento en el que se aplicó el reglamento del impuesto, en 1995. Aquí, ya no podría cargar el coste a los clientes, porque se trata de contratos de hipotecas ya vigentes, y en muchos casos incluso liquidadas por completo. Directivos bancarios ya han dicho que no piensan asumir ese coste, y que quién debe retornarlo son las administraciones que lo ingresaron, es decir las autonomías. Y estas no querrán perder el dinero de un impuesto que tampoco les corresponde a ellas pagarlo. O sea, que hay batalla legal para años, sea cual sea la resolución del próximo 5 de noviembre.

La otra petición sonada de perdón de esta semana la ha protagonizado la persona que llegó a ser una de las máximas autoridades económicas de España y del mundo, como vicepresidente del Gobierno y director del Fondo Monetario Internacional, respectivamente, Rodrigo Rato. Altivo hasta el último momento, entró a la cárcel por la puerta principal, atendió a los medios y pidió perdón a la sociedad. Pero, como en los otros casos citados, también llegó tarde porque el mal ya está hecho y tiene difícil remedio.