La clave

La güija del 'procés'

Tras el fracaso del desafío unilateralista, el 'procés' descubre una recóndita vocación espiritista y se enreda en la invocación a los muertos

Quim Torra y Agustí Colomines

Quim Torra y Agustí Colomines / periodico

LUIS MAURI

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Muertos. Un año después de la independencia de cartón piedra, el ‘procés’ se enreda en una sesión espiritista. Dos oficiantes de la intelligentsia soberanista invocan a los muertos. Agustí Colomines, ideólogo de cabecera de Puigdemont, saca la güija en la televisión: "Si decides que no quieres muertos, la independencia tarda más". Y Oriol Soler, agente del estado mayor secesionista, revela en la radio la premisa del Gobierno catalán ante el 1-O: "Si hay muertos no será culpa nuestra".

Colomines y Soler no se dirigen a los muertos que no hubo, es evidente. Convocan a los que podría haber habido y quizás a los que pudiera haber en un eventual recrudecimiento del conflicto catalán. ¿Piensan los oficiantes en la reacción a la sentencia del juicio por rebelión? ¿En el momentum de Torra?

Es llamativo que esta vocación espiritista se haya despertado tras el fracaso del unilateralismo. A la revolución de las sonrisas le asomaban en ocasiones los colmillosrevolución de las sonrisas, pero hasta ahora no había recurrido a la nigromancia. La güija entra en escena coincidiendo con la confluencia de tres vectores. Uno, la voladura de la unidad independentista. Dos, el agrietamiento del magma convergente, un cuerpo político antaño vigoroso gracias a la centralidad, el liderazgo, el clientelismo y el dopaje de la corrupción. Tres, la revalorización de España en el núcleo de la UE como consecuencia del desafío ultra de Italia y la deserción del Reino Unido.

'Realpolitik' o fundamentalismo

En este cuadro, es conveniente no confundir conceptos. El unilateralismo ha fracasado, pero el independentismo conserva dos millones de votos, un capital enorme. Por él batallan entre sí los pragmáticos de Junqueras (pragmáticos hoy, no ayer) y los irredentos de Puigdemont.

La disputa por la hegemonía nacionalista se ve afectada por algunas incógnitas determinantes. ¿Cuántos de esos votantes se sienten defraudados por las falsedades con que la dirección del ‘procés’ coloreó su hoja de ruta? ¿Los disgustados se inclinarán por la realpolitik o por el fundamentalismo? ¿Qué bando sacará más provecho del choque emocional del juicio del 1-O?

La güija del ‘procés’ tiene trabajo.