Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Que se reinvente tu madre

zentauroepp45615353 leonard beard para suplemento mas domingo181026130059

zentauroepp45615353 leonard beard para suplemento mas domingo181026130059 / periodico

Desde hace algunos años es habitual escuchar en todas partes el término «reinventarse». Uno no sabe nunca muy bien qué significa, pero sin duda hace referencia a un cambio radical en tu forma de enfrentarte a todo. A  veces oímos a críticos afirmar que, en su último trabajo, determinado artista se ha reinventado. Sin duda, quien así se expresa, considera que eso es algo maravilloso y digno de elogio.

Aunque este tipo de afirmación resulta fastidiosa, es mucho peor cuando se realiza en primera persona. Un cantante, por ejemplo, es entrevistado en la radio y nos dice, muy satisfecho, que se ha reinventado. Así, sin más. Nos lo suelta con total convencimiento, seguro de que todos valoramos el tremendo esfuerzo mental que ha llevado a cabo, su tesón para liberarse de prejuicios y de caminos marcados. Es como si nos dijera: «Muchachos, tengo la mente tan abierta. estoy tan poco pegado a mis propios esquemas mentales, que soy capaz de volver a empezar desde cero».

Curiosamente, quienes afirman haberse reinventado, olvidan que, para ello, antes deberían haber inventado algo, cosa que generalmente jamás han hecho. Para reencontrarse con algo, primero hay que haberlo encontrado, para retroceder, antes hemos tenido que avanzar y para recordar es inevitable haber vivido. Estos últimos tres ejemplos nos parecen perfectamente obvios, pero caemos siempre en la trampa de los que afirman reinventarse sin haber inventado previamente absolutamente nada.

Cualquier artista
honesto se 
inventa una sola
vez, cuando
descubre el
modo de 
extraer la belleza
del mundo

Imaginemos que todos los grandes artistas que puedan pasarnos por la cabeza hubieran recibido, en algún momento de su vida, el consejo de reinventarse. «Mira, Johan Sebastian, llevas mucho tiempo con el mismo estilo musical. Molan tus fugas, tus cantatas y tus partitas, pero creo que ya es hora de que te reinventes». Si Bach viviera hoy, sin duda tendría que soportar esas cosas. Y lo que debería contestar el músico es: «Cállate, yo he inventado algo, ¿qué diablos has inventado tú, presuntuoso?».

Cualquier artista honesto (y no es necesario que sea alguien tan extraordinario como Bach) se inventa una sola vez, al principio, cuando descubre, tal vez en su infancia, sin ser consciente de ello, el modo de extraer del mundo esa belleza personal que solamente él ha visto. Exigirle que se reinvente, que realice por segunda vez esa proeza milagrosa, implica no haber entendido qué narices es el arte ni lo que este de verdad nos aporta.

Si los objetos pensaran, alguna estrella boba y llena de presunción le diría a la galaxia: «Reinvéntate, llevas diez mil millones de años girando estúpidamente con la misma forma espiral». Incluso tendría la cara dura de  pedirle al universo entero que también lo hiciera: «Ya hace mucho de tu big bang; tal vez ya tocaría uno nuevo. ¿No te cansas, viejo cosmos, de usar siempre las mismas leyes físicas, día sí y día también? Explota de nuevo, que ya cansas». Esa estrella simplona no sabría que las cosas realmente importantes, como el universo y el arte, nacen una sola vez.

No sé si usted, lector, es un artista, pero si lo es y en algún momento de su vida escucha a alguien pedirle, lleno de condescendencia, que se reinvente, por favor respóndale con una sonrisa: «Que se reinvente tu madre».